Cuarta letra del abecedario.

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Se me dan mal las despedidas. Y se me da mal mentir sobre ti, sobre que no te echo de menos. Insultarte en mi mente. Insultarte con mis amigos. Y me miento, y me sigo acordando de ti y de mi mano desenredando tu pelo, y de tu nariz en mi ombligo. Que al suspirar se me escapa tu nombre deletreado, y me encanta derrochar el aire sin hablarte. Dije que nunca más hablaría de ti y aquí me tienes, siendo tan estúpida y tan mentirosa como siempre. Y como siempre, echándote de menos. Recordándote e imaginando a lo que podríamos haber llegado. No voy a cansarme nunca. Que si te pregunto que cómo me llamo no es porque se me haya olvidado, es porque mi nombre en tu boca suena mejor. Y que si te veo reír de lejos tengo que taparme la cara para que no crean que estoy loca y me río sola. No, no lo sabes. No lo quieres saber, creo que tienes miedo. Me hago creer que tienes miedo y que en realidad no te intereso lo más mínimo. Por favor, vete tan rápido como llegaste... Pero no te vayas, no me digas "adiós". Las despedidas se me dan mal. Solamente huye de mi cabeza, pero sin decir nada. Solamente di mi nombre. Y bésame la frente. Y dame la mano. Y acaríciame el pulgar. Y mírame. Y sonríe. Y vete.



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