01

503 6 1
                                    


                                                                                    "EL ENCUENTRO"

Era un martes por la mañana y me destinaba a la secundaria, ese lugar lleno malos ratos, risas desenfrenadas, amigos buenos y malos. Siempre con la mentalidad de ser algo mejor o quizás algo que valga la pena en este mundo, así siguieron pasando las horas, días y meses hasta que en una tarde de febrero en un pestañeo aparece algo que a cualquiera en su sano juicio le cambiaría la vida.

Era la hora de salida, estaba muy cansado y en el destino a casa se le cruza por enfrente alguien que simplemente lleno de magia mi espíritu.

Hasta entonces era ella, pues no me acerqué a preguntar su nombre. Todos los días después de clases corría a la parada y veía como aquella mujer de tez morena y sonrisa iluminante cruzaba a mi lado sin percatarse de mi existencia, a tal parecer nunca se fijaría en mí.

Pero bueno para para mí en ese entonces era bonito poderla contemplarla de lunes a viernes, siempre procuraba los viernes verla muy muy bien para poderla recordar y suspirar por ella todo el fin de semana.

Pasaron así meses tras meses hasta que un día tropecé con ella.

Un amigo mío de la secundaria me dijo que la conocía y pues le pedí que me la presentara, esa misma tarde de lunes18 de agosto tuve el honor de conocerla, de cerca se veía aún más hermosa.

No hablo de su físico, hablo de su aroma, de su espíritu y de su manera de cambiar mi vida desde el primer momento.

Era tan bello sentir algo así por alguien, más que bello era verdadero y yo creo que la verdad acompañada de un sentimiento siempre hace mejor las cosas.

Pero bueno empezamos a tratar un poco, y le dije...

Hola ¿Qué tal?

Nada ¿tú?

Todo, le dije en tono de burla.

Y ¿Qué tal su día? -Nos preguntó.

Muy bien, dijimos. ¿Cómo te llamas? –Dije.

Katherin ¿y tú?

—Ariel.

— ¿Cómo la sirena?

—Ja jajá, no; respondí.

Después de eso sonrió, se despidió muy calurosamente. Pero se fue sonriendo y para mí era un triunfo haberle sacado la primera sonrisa.

Tomé el bus y fui casa.

Como nunca, estaba feliz; de mi cuerpo todo el cansancio se fue y se llenó de ella, solo de ella.

Al llegar a mi hogar me encerré en la habitación, pensando concentrarme en hacer las tareas, no pude pues parecía que todas las letras y palabras eran su nombre.

¿Qué me pasa? Me dije.

¿Me enamoré? ¿Me ilusioné? ¿Así tan fácil? ¿Así con tan solo verla sonreír?

—Estoy perdido, mierda.

Bueno me concentré más y empecé a hacer mis tareas, claro sin sacarla de mi mente.

En un abrir y cerrar de ojos ya me había caído la noche; qué cobarde es el tiempo, mira como pasa de volada, me dije.

Salí de mi habitación y me preparé un café, no acostumbraba a preparármelo en las noches, pero esta vez quería algo que me mantenga despierto para pensar en ella.

Terminé de tomarme el café, me fui a la cama y empecé.

Primero recordé su sonrisa tan iluminante que el sol ya me estorbaba; luego sus ojos, el lugar más bonito para reflejarme; después su voz, el sonido más relajante y para finalizar su forma de curarme sin ser antídoto.

Había inventado tantos mundos con ella, que los backyardigans me quedaban cortos.

-SONRÍES. -

Quería soñarla con los ojos abiertos.

Quería sentirla y no tocarla.

Quería amarla y no usarla.

Quería que sea todo, en mi mundo de nada.

Y eso fue aquella noche para mí, todo.

Dormí...







El Olvido. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora