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Al siguiente día, al levantar me sentía muy mal y no fui a clases, me quedé en casa leyendo un libro que mi abuelo me había regalado; por cierto, estaba muy interesante. Hablaba sobre el ser autosuficiente y apasionado con las cosas.

Pasó la mañana muy rápido y ya para la tarde Samanta, una amiga muy buena; me llamó para salir (pero como andaba sin ganas) le dije que viniera a mi casa para ver películas; entonces me había dijo que llegaba a las 2 pm.

Hasta eso yo había arreglado mi habitación y mi casa, tratando de dar una buena imagen de mí; pero también con intenciones de como se dice acá "de una canita al aire"; puesto que Samanta siempre había sido una chica muy apega da a mí y creo que este sería el momento. También era una chica que ya venía llamando mi atención pues su forma de escribir estaba de locos. Puedo asegurar que me enloquecí de sus letras, pero más de su sonrisa, pero también su forma de hacerme olvidar al resto. Aquella mujer tenía una forma muy incandescente o hermosa para mí de expresarse, era de las que cuando se enojaban más enamoraban, a veces era amarga, pero daba de esos besos sin sabor comercial, sino con ese sabor sentimental, pues yo sentía la luna cuando lo hacía.

"Al carajo, eso es una mujer"

Yo espere mucho para volver a verla, y ahora estaba ahí, en mi casa, estaba loco creo. Estando en ahí los dos solos, ella me miro a los ojos y comenzó a besarme, era de esos besos arranca vidas, unos besos que hacían que tu piel se encrespe, era de esos besos que hacían vibrar hasta el alma. Al momento la ropa empezó a resbalar, hasta el punto que quedamos desnudos por completo. Y si esta era mi primera vez, para ella no de eso estaba seguro pues su forma de gemir no era desgarrante, era excitante y sí, también melodioso y loco, era la primera vez que había amado así. Hasta quedar afónicos de tanto gemir Hasta que nuestros cuerpos quedaron satisfechos, hechos uno; de alma. Hasta quedar sudorosos del calor de aquel hermoso pecado que acabamos de cometer. Hasta que nuestros órganos quedaron rosaditos. Hasta que nuestras almas se hayan conocido por dentro y fuera. "Pero sobre todo hasta que hayamos conocido el amor a tal nivel que no solo nuestras mentes nos necesiten sino también nuestros cuerpos" Hacer esto para mí fue loco, pero no de esa locura que te revuelve sino de esa que te hace feliz, para mí eso era poesía, todavía recuerdo y es extraño como una mujer que solo me desnudo también puedo llegar a marcarme. Terminamos y nos quedamos viendo, pero su mirada esta vez era diferente.

En esa mirada encontré más que unos bellos ojos cafés, encontré lo que siempre había buscado.

Un mundo.

Presentí que desde aquella tarde-noche ya no estaría solo que tendré alguien con quien compartir, sonreír y si quiero darle la vuelta al mundo. Podría dar hasta una lágrima que de verdad valga la pena, alguien a quien desee sacarle una sonrisa cada instante, porque cuando ella sonreía, le hacía un favor al mundo. Desde ahora, somos la nueva cara de la falla.

Lindos y jóvenes, pero nada mejor que eso. Soledad a prueba de balas.

Es que simplemente...

Ella era un persona única y tan diferente que solo con sus ojos podía causarme pensar más mundos que cualquier persona drogada.

Samanta era muy cálida.

Pero llego el momento de la verdad...

Me había olvidado por completo de Katherin y pues sentí que con Samanta era suficiente y decidí hablarle de amor, de lo que sentía por ella, fue de esas elecciones entre vida o muerte entre confesarle y entre no, pero al final se lo dije.

Nunca tuve tanto temor en mi alma hasta que aquella declaración de amor fue bienvenida.




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