Me adoptaron. Nunca llegue a conocer a mi verdadera madre, quizá una sola vez, pero era muy pequeño para recordarlo. Sin embargo, amé a mi familia adoptiva. Eran muy buenas personas conmigo. Comía bien, dormía en una casa cálida y confortable, e incluso me dejaban dormirme hasta altas horas de la noche.
Te contaré rápidamente sobre ellos: primero, está mi madre. Nunca le dije "mamá" ni nada parecido; para mí simplemente era "Julia". Nunca le molestó que la llamara así, y creo que tampoco se daba cuenta de ello. Era una mujer muy amorosa, para empezar, creo que fue lla quien recomendó que me adoptara. A veces me colocaba a su lado mientras veía la televisión y acariciaba mi espalda con sus uñas. Era una de esas madres 'de película'. Luego está papá. Solía llamarse Ricardo, pero desde que me trajeron a casa nunca fui de su total agrado, así que comencé a llamarle "Papá" en un intento desesperado por ganarme su afecto. Pero no funcionó. Me supongo que sin importar cómo le llamara, nunca me llegaría a querer tanto como a su propio hijo. Una característica notable que puedo contar sobre papá era su gran severidad. No le temblaba la mano al golpear a sus hijos cuando hacían algo mal. Eso lo descubrí antes de que pudiera ir al baño correctamente. Y bueno..., ahora me comporto gracias a sus duras enseñanzas.
Para terminar tenemos a mi hermana. Emilia todavía era muy pequeña cuando me adoptaron, y apenas mayor a mí (aun así me gustaba considerarla como mi hermana pequeña). Nos llevábamos mejor de lo que cualquier otro par de hermanos podría. Siempre nos quedábamos platicando hasta muy tarde; ella hacía la gran parte de la plática, mientras yo sólo escuchaba porque la quería mucho. Teníamos una gran casa, y a pesar de eso compartíamos habitación. Por mí estaba bien, me encantaba estar con ella y me sentía seguro a su lado. ... Pero todo cambió una horrible noche de miércoles. Continúa