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Otro lunes llegó y ella iba realmente tarde, se había quedado dormida y esperaba llegar antes del término de la clase tan solo para verlo unos minutos, y es que de verdad deseaba poder hablar con Nathan.

Llegó sin aliento solo para darse cuenta de que el profesor había faltado de nuevo, entró al aula donde compartían clases y lo primero que notó es que él estaba ahí, usaba un beanie gris sin nada en especial, pero lo hacía ver muy lindo y lo mejor de todo es que no había rastros del amigo gritón, así que sin querer desperdiciar el momento, caminó decidida hacia él.

Se detuvo frente a él, alisó su falda y respiró profundamente antes de hablar, murmuró un "hola", pero Nathan no pareció escucharla ni darse cuenta de su presencia pues mantenía los ojos cerrados.

Tocó su hombro un poco incomoda y volvió a respirar, tal vez no era buena idea después de todo.

Lentamente Nathan levantó su mirada y la miró entre curioso, asombrado y aterrado, desconectó sus audífonos del teléfono dejando escuchar lo que perfectamente ella reconoció como The Killers. Le sonrío con fascinación, al parecer mantenían el mismo gusto en la música.

Pero antes de que él pudiera murmurar un saludo, el timbre anunciando la siguiente clase sonó, y tan pronto como sonó, el aula se comenzó a llenar de alumnos, permitiéndole a Nathan poder escapar antes de un ataque de pánico.   











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