Parte 1

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Primer capitulo: Brillo de labios

El colegio era sin duda un lugar ruidoso, lleno de chillidos estridentes, olor a libros nuevos, material escolar, carreras por los pasillos, nervios, risas y conversaciones de distintos temas triviales que casi nunca tenían que ver con las notas o los exámenes.

Y entre todos esos ruidos y problemas mañaneros se encontraba Nanami, rodeada por ambos lados por sus amigas Kei y Ami quienes estaban muy felices por la nueva, programada salida que iban a tener después de clases. En exactamente 30 odiosos y largos minutos.
Nanami no estaba tan emocionada como ellas, no le había informado de aquella repentina salida a su familiar y por el sudor que se acumulaba en su espalda, algo le decía que estaba siendo blanco de la mortífera mirada de Tomoe. Tembló, expectante. ¿Que escusa le iba a dar a su pesado, dictatorial y sexy familiar para poder pasar la tarde fuera? Tomoe era muy claro en ello, después de clases de vuelta al templo.
Sí, claro...

La clase siguió, con sus esquemas, normas, deberes y demás cosas hasta que, para alivio de alumnos e inclusive profesor, la campana sonó, creando a continuación un estridente ruido de sillas corriéndose, pies apurados y material siendo brutalmente apilado en las carteras; cosa que aprovecho la diosa de la tierra para agarrar a sus amigas de los brazos y salir como alma que lleva el diablo de la escuela para su tarde de compras.

Obviamente se acordó de dejar una nota informativa en el casillero de los zapatos de su familiar.
Este, cuando llego, ya algo irritado por la desaparición de la joven, hizo cenizas la nota con su fuego fatuo en cuanto leyó las escasas palabras que su maestra le había dejado. "Tomoe, voy a salir con mis amigas un rato. Tu puedes volver al templo. Compra algunas peras para comer a la cena. Nanami"
Ridículo, ¿Otra vez iba de compras a la ciudad? ¿Es que acaso le hacia falta alguna cosa? Que complicados eran los humanos...!¿Y como que comprase más peras?¡

-¿Que pasa, Kitsune? ¿Te han dejado solito?-Se burló Kurama, quien sonreía por lo realmente ridículo que se estaba viendo el familiar en aquellos instantes. Si no conociese bien al demonio zorro que tenia delante con aquellos ridículos pantalones oscuros que apretaba firmemente su mochila con sus largos dedos, diría que estaba perdiendo los nervios. Y eso podría descubrir su secreto así como su monisímo aspecto de zorro.

Tomoe le lanzo una pequeña e "inofensiva" bola de fuego fatuo y entre murmullos, seguramente recriminado el poco decente comportamiento de su señora, partió hacia su hogar, el templo Mikage.
Mientras caminaba, intentando ignorar a todo aquel que pasase por su lado y todo aquel bullicio de la ciudad, maquinaba algo realmente doloroso para cuando la joven decidiera que era hora de regresar al templo. ¿Quizá debiera ponerle sus queridas setas en cada uno de sus platillos? ¿O romper en pequeños pedacitos el póster autografiado de ese estúpido cuervo que había colocado en su cuarto?

Sonrió ante las expectativas.

Mientras, ajena a todo aquello, se encontraba Nanami, quien había sido arrastrada ya a tres tiendas de ropa, las cuales tenían la última moda entre las adolescentes, desde diminutas camisetas que enseñaban el ombligo, vestidos que cubrían lo justo, pantalones de colores imposibles y todo tipo de zapatos.
Kei polulaba por todos los espacios en busca de gangas a buen precio, más rezagadas, Ami y Nanami la observaban algo avergonzadas y también miraban alguna cosa.
Kei le mostró a la diosa de la tierra un diminuto vestido de manga corta, de corte recto y pomposo en la parte de abajo, de un bonito color caoba. Pequeñas manchas, casi como puntos de color amarillo claro hacían de decoración, al voltearlo en la percha se veía que la espalda iba descubierta y se ataba en el cuello con unos lazos y en la cintura también con un lazo mucho más grueso. En la parte de abajo, tenia un pequeño volante que creaban sinuosas formas hasta llegar a la cintura, que era entallada, marcando el pecho.

Problemas femeninosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora