Recuerdo

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(Calisto, oficina principal)

Vistiendo su típico traje blanco y acomodando una rosa roja en el bolsillo del saco, Calisto caminaba por la oficina principal, buscando a Mohamed o a cualquiera que pudiera llevarlo hasta él. Habían sido órdenes de Aprire, ya que a él no le parecía tan buena idea ir a territorio enemigo sin más, pero confiaba en ella, seguramente tendría algo planeado.

Abrió una de las gigantescas puertas y entró, encontrándose con todo el conejo, incluyendo los sustitutos.

-¡Buenas tardes, amigos míos!- saludó Calisto con cierto tono de burla en la voz.

Recibió la bienvenida que esperaba: la hechicera le arrojó varios conjuros que pudo esquivar, únicamente para comenzar una batalla con Idaira y su par de katanas.

La quimera no dudó en atacar ni un momento, Calisto tenía como única defensa sus alas, que le servían como escudo de los ataques, un ataque tras otro se perdía entre un montón de plumas, Calisto sonreía con cinismo pero su paciencia se terminaba y el resto del consejo se comenzaba a acercar también para la batalla.

Calisto se elevó tanto como pudo y comenzó a idear una manera de escapar, pero justo en ese momento escuchó un grito.

-¡Basta!- gritó Mohamed, entrando al lugar y mirando con severidad a todos. Incluso en su forma humana era de temer.

Calisto bajó de la seguridad del techo y se puso de pie justo en frente del Mohamed. Todo el consejo esperaba curioso que hiciera algo.

-Me alegro de verle- dijo Calisto con una cortés reverencia.

-Deja de lado las bromas- ordenó Mohamed -Apresuren y marchen pronto, que puedo cambiar de opinión con rapidez

Fue en ese momento que Leonardo atravesó el umbral de la puerta, colocándose su saco negro y caminando hacia Calisto.

-Has perdido forma, amigo- dijo Calisto a Lio mientras le miraba, ignorando a todos los demás.

-Sí, pero mis vacaciones han acabado- contestó Lio con una perfecta actuación de sufrimiento.

Ambos dejaron el lugar, pues preferían marcharse antes de que recibieran otro ataque por parte del consejo.

-¿Y cómo está ella?- preguntó Lio mientras se alejaban de aquel lugar.

-Perfecta, sale a pasear al parque todos los días, como siempre- contestó Calisto de manera sarcástica.

Estaban hablando de Aprire, pero ninguno se atrevía a mencionar su nombre fuera de su guarida.

-¡Perfecto!- exclamó Lio –Ahora sin la broma

-Sabías que se muere poco a poco y no nos dijiste nada...- contestó Calisto, comenzando a tener resentimiento hacia su compañero.

-Fue una orden de ella, sabes que detesta que la vean como alguien débil, ahora que todos ustedes lo saben debe estar furiosa

-¡Basta de tonterías! Mejor ve a hablar con ella, solo a ti de hace caso

-¿Tan mal está?

El silencio de Calisto fue la respuesta necesaria para que ambos apresuraran el paso. Podía simplemente aparecer en su guarida, pero no debían permitir que nadie siguiera ese rastro, por ello intentaron alejarse tanto como fuese posible.

***

(Michael, oficina principal)

-¡Está usted loco!- le gritó Idaira a Mohamed, llena de furia y confusión.

Después del recuerdo [Crónicas de Abril #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora