Conflicto

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(Jess, dimensión humana)

Un dulce canto se escuchaba a poca distancia, en un tierno lala y dos voces perfectamente bien sincronizadas y afinadas subían su volumen para que todo el mundo pudiera oírles.

Derecha. Izquierda. Jess dio una vuelta completa sobre su eje. Ella estaba justo en medio de un jardín de tulipanes amarillos, a unos seis metros una modesta casa de madera destacaba sobre el cielo, con un hermoso tejado rojo y un caminito de piedra.

Jess se acercó a la casa, y con cada paso aquellas voces se escuchaban con mayor fuerza. Llegó hasta la entrada carente de puerta, miró el interior antes de entrar. Ese sitio le recordaba a la típica casita de aldeano que se muestran en las películas japonesas, con el piso de madera y sin escaleras.

En medio del lugar había un tapete color rojo, y sobre él, dos niños sentados, cantando aquella canción de cuna tan hermosa y dolorosa al mismo tiempo, con la cabeza baja, sus manos sobre sus piernas, sus ojos cerrados, sus labios moviéndose lentamente.

-¿Dis...culpen?- dijo Jess con timidez.

Ella aún estaba temerosa, tenía un mal presentimiento, y aunque sabía que solo era un sueño, también sabía que en algún momento pasaría algo malo.

-¿Chicos?

Jess se sentó junto a ellos, mirándoles una y otra vez, pero ninguno contestaba.

Admiró con más detenimiento a ambos. Un niño y una niña, vistiendo dos elegantes kimonos en colores rojos y blancos, y continuaban cantando esa triste canción.

-Necesito saber dónde estoy- dijo Jess, en un tono suplicante y lastimero.

Ambos niños abrieron sus ojos, y levantando la cabeza lentamente, detuvieron sus cantos para mirar a la joven.

Jess pudo sentir cómo el corazón se le paralizaba al ver esos ojos sobre ella, brillando en un tono de azul metálico bastante llamativo.

Dos pares de ojos observándola con atención. Dos niños que curveaban sus labios en una macabra sonrisa. Dos cara idénticas mirándola solo a ella.

-¿Conoces el secreto de la luna?- preguntó el niño con una voz bastante tranquila.

-Gracias a eso, ahora tiene que pagar por sus pecados- dijo la niña, sonriendo.

Jess se levantó de repente, inexplicablemente se sentía aterrada. Buscando una explicación lógica en su mente, continuo mirando a ese par de pequeños, esperando que alguno hiciera algo más.

-¿La luna?- preguntó Jess. Tal vez era el momento de encontrar las respuestas que tanto había buscado.

-La luna está triste, ha sido rechazada tantas veces de tantas maneras- respondió el niño con los ojos llorosos y una leve coloración en las mejillas -¡pobre luna!

La niña volteó a mirar a su gemelo, con el ceño fruncido y una mueca molesta, cuando el niño se dio cuenta de aquel gesto, ladeó la cabeza, y ella se llevó su dedo índice a los labios mientras decía:

-shh, ella no debe saber

Jess despertó. Pasó su mano por su frente y se secó el sudor que tenía, respiró profundamente por unos segundos. Ella podía jurar que justo cuando abrió los ojos escuchó una voz que le decía "Todavía no".

Cuando recodó su extraño sueño, se levantó rápidamente de la cama y buscó una libreta y un lápiz, se sentó en su escritorio, y en el momento en que se dispuso a escribir, olvidó todo.

Después del recuerdo [Crónicas de Abril #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora