2. El granero

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Sus pies avanzaban con rapidez por sobre los charcos y el lodo, a pesar de que ya estaban completamente empapados correr le daba algo de adrenalina a la situación.

Harry oía la contagiosa risa de Louis a unos pasos más avanzados, ya que Wilson gritaba incoherencias como si estuviese loco, lo cual estaba en duda.

La piernitas de Harry eran tan pequeñas y frágiles que sus dos acompañantes parecían ganarle por kilómetros. Correr nunca fue su fuerte por más que se esforzara.

Wilson y Louis llegaron en un santiamén a la terraza de la casa, sin embargo al voltear exhaustos a ver la lluvia lograron divisar el pequeñito cuerpo de Harry a unos cuantos metros corriendo como si estuviese en las olimpiadas, sin embargo que al poner todo ese empeño y esfuerzo no lograba avanzar en lo más mínimo.

Era adorable y gracioso a la vez.

Louis soltó una leve risita contagiando al hombre, hasta que un minuto más tarde Harry se les unía como si hubiese corrido kilómetros al sol.  Con suerte lograba mantener sus latidos al margen y sostener bien sus rodillas para que no se doblasen en cualquier momento.

—¿Estas bien?— Pregunto Louis muy preocupado al ver el severo estado del chico de grandes ojos verdes y mejillas rosadas.

Harry solo lo miro y siguió respirando con dificultad.

—Será mejor que entremos, hace mucho frío aquí afuera— dijo el tío del rizado girando la perilla para ingresar al cálido hogar.

—Si, yo ya me iba— dijo Louis mirando la fuerte lluvia a sus espaldas. Eso tenia pinta de ser tormenta, por lo cual le daba un poco de escalofríos en la espalda al pensar que habrían truenos y relámpagos al anochecer.

—¿Que dices? Tu no moveras de aquí hasta que la lluvia pare, puede pasarte cualquier cosa allí afuera. Entra, te daremos ropa seca y algo de sopa— dijo Wilson con autoridad. Abrió la puerta otorgándole la pasada a ambos chiquillos cubiertos en prendas húmedas.

—Bien...— murmuro Louis con algo de preocupación. Ingreso a la pequeña casa y al poner un pie dentro el aroma a caldo y a canela inundaron sus fosas nasales. Después de todo ¿Que podría pasarle? Estaría con Harry.

  —¡Mi niño!— exclamo Anne, madre del rizado al ver a su pequeño en un severo estado. Corrió hasta él y lo envolvió en sus brazos para otorgarle un poco de su calidez corporal.

Anne y la abuela de Harry se dedicaron a regañar a Wilson unos momentos mientras Harry se reincorporaba.

—Señoras, por si no lo habían notado, trajimos un nuevo amigo— las interrumpió el hombre al ver que no paraban de quejarse. Puso sus manos en los hombros de Louis para presentárselos a las dos mujeres con un ceño  fruncido sobre sus cejas.

Inmediatamente esa mueca de molestia se quito de sus caras al ver la hermosa sonrisa del pequeño y sus lindos ojos azules. Que es mas se logro oír entre el fuerte ruido de la lluvia cayendo en su tejado un "Aww" al unisono.

**

Harry buscaba en uno de sus cajones ropa para Louis y él. Su abuela no había mandado a cambiarse esas ropas empapadas por unas secas y prometió que como recompensa les llevaría algo de leche tibia para ambos.

—Tu habitación es muy linda— dijo Louis quien se hallaba sentado en una orilla de la cama del rizado moviendo sus pies para atrás y luego hacia adelante.

—Gracias— murmuro el rizado. Sintiéndose alagado por su esfuerzo de hacer ver su habitación mas bonita. Regularmente hacia dibujos y los pegaba en la pared o decoraba con flores o cualquier cosa que fuera rosada que encontrara por allí. Amaba el rosa.

My Firefly (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora