III.

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—Te dije que te dejaría libre, jamás prometí lo mismo para tus hermanos, tampoco que te llevaría a casa. Márchate a donde quieras, Wendy.

Y le cerró la puerta en la cara.

Wendy golpeó con fuerza, pidiendo que Michael y John fueran liberados, pero sabía que Peter difícilmente abriría. Lo más difícil de lidiar con un chico que no había crecido era que él no entendería razones y como cualquier pequeño berrinchudo se negaría a escuchar para llegar a un acuerdo.

Resignada, la mayor de los Darling se sentó contra la puerta y comenzó a llorar. En su llanto pensaba en que si cedía a las exigencias de Peter de ser parte de su "familia" tal vez sería mejor que abandonar a sus hermanos. Al mismo tiempo se recordaba que debía volver a casa con sus padres, quienes la querían y esperaban por ella, así como por Michael y John.

No supo cuánto tiempo transcurrió, pero luego de lo que le pareció una eternidad, un ruido entre los arbustos la hizo parar de llorar. Se puso de pie y caminó hasta el lugar, tras él se encontró con un hombre conocido, el hombre que interpretaba el papel antagónico en sus historias.

—¿Capitán Garfio? — preguntó mientras se contenía de hipar.

—¿Quién eres tú? ¿Cómo sabes mi nombre?

—Soy Wendy, Peter me lo ha dicho.

—¿Peter Pan? ¿Eres amiga de ese niño?

—¿Qué? ¡No! Por supuesto que no.

—¿Entonces por qué te ha hablado de mí?

—No lo sé, ha sido en sueños. Yo solía inventar cuentos sobre él, donde usted era el villano y tenían aventuras. No creí que fueran reales, pero entonces apareció en mi casa y nos trajo aquí.

—¿Los trajo?

—Sí, a mí y a mis hermanos.

—Creí que ya no traía niños. Y haber traído una chica es extraño viniendo de él.

—¿A qué se refiere?

—A Peter no le agradan las chicas, pero por alguna razón estás aquí.

—Él quiere formar una familia — explicó Wendy.

—Oh, entonces tiene sentido.

—¿Sí?

—Por supuesto. Peter fue abandonado, Campanita lo encontró y lo crio, lo trajo a Nunca Jamás y le enseñó a volar.

—¿También le enseñó a raptar niños?

—No. Pero cuando descubrió lo que hacía ya era tarde. Peter le explicó que estaba salvando a niños de crecer sin amor y vivir una terrible vida de adultos, a ella le pareció algo lógico. Cuando me enteré traté de detenerlo, pero Peter puede ser muy voluntarioso, así que me declaró su enemigo. He insistido en que debería dejar ir a esos niños, pero no quiere entender.

—En pocas palabras, está demente.

Garfio, que parecía mejor hombre de lo que Wendy había pensado, asintió.

—Pero, tal vez tú lo hagas entrar en razón.

—No lo creo. Lo intenté y se negó.

—Entonces debemos trabajar juntos. Tenemos que conseguir liberarlos.

Aunque era extraño que Wendy se aliara al capitán Garfio, a quien había creído un hombre malvado, también era raro todo lo que había ocurrido con Peter, así que aceptó. Si aliarse con él le ayudaría a salvar a sus hermanos, lo haría.

El plan era simple, Garfio siempre conseguía que Peter saliera de la casa con cualquier excusa para discutir, Peter se fascinaba cada que podía hacerlo enfadar, así que él lo haría dejar la casa y luego lo raptarían para hacerlo entrar en razón.

Todo salió como lo habían pensado y cuando Peter estuvo atado de cuerpo completo, para evitar que sus habilidades lo ayudaran a escapar, lo llevaron al barco de Garfio. Ahí lo sentaron y lo obligaron a escucharlos.

—No puedes seguir raptando niños, Peter. Debes dejar que los hermanos Darling vuelvan a casa. Así como también al resto de los niños perdidos. Ellos merecen estar con sus familias, seguir con sus vidas.

Peter solo sonreía, divertido con las suplicas del capitán.

—Crecer no es tan malo, Peter, pero ellos no lo sabrán si no los dejas descubrirlo.

—Crecer apesta, te haces rebelde y tu mamá comienza a regañarte por todo, vienen los problemas y las discusiones. He visto por las ventanas como los niños crecen y todo se complica.

—Pero eso es parte de la vida — argumentó Garfio.

—Bien, si ustedes par de villanos quieren arruinar la vida de estos niños, que así sea. Dejaré ir a los chicos Darling a casa, tendrás a tu hijo de regreso — dijo dirigiéndose a Garfio.

—¿Tu hijo? — interrumpió Wendy.

—Sí, Nibs, el mayor de los niños perdidos. Es su hijo y la razón por la cual vino hasta Nunca Jamás — explicó Peter.

Wendy se quedó boquiabierta, pero dejó que Garfio tomara la palabra.

—¿Y qué pasará con el resto?

—Me quedaré con los gemelos, los demás pueden también volver a casa.

—¿Por qué te quieres quedar con los gemelos? — inquirió Wendy.

—Porque sí, porque mi madre también los abandonó y no tiene caso que los deje volver.

De repente, Nunca Jamás parecía una tierra de locos. ¿Dos niños perdidos eran hermanos de Peter Pan? ¿Cómo lo había descubierto? ¿Cuál era la historia detrás de su mente retorcida? Wendy, aunque seguía creyendo que estaba loco, también creía que no era del todo su culpa.

¿Había tenido Peter una mala madre?

—Bien, Nibs, Curly, Slightly, Tootles y los chicos Darling irán a casa. Los gemelos se quedarán contigo. Suena a un buen trato.

—Aún tengo una condición — dijo Peter rápidamente y por primera vez desde que lo habían raptado no sonreía.

—¿Qué condición Peter? — preguntó Garfio, cansado pero en tono tranquilo.

—Wendy se debe quedar. Dije que dejaría a los chicos ir, pero ella es una chica y creo que sería una madre ejemplar para mis hermanos. Tómenlo o déjenlo.

A Wendy se le revolvió el estómago y se le nubló el pensamiento. Estaba segura de que el chico hablaba muy enserio cuando decía que de no cumplirse su requerimiento, no habría nada más. Entonces, ¿qué era mejor? ¿Quedarse en Nunca Jamás y dejar a sus hermanos prisioneros? ¿O liberar a sus hermanos y permitir ser aprisionada?

Y lo supo de inmediato.

—Hecho — contestó.





Nunca Jamás: la historia perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora