Tú y yo contra el mundo

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- Psss... Ney... Despierta... -susurró Leo al tiempo que me sacudía ligeramente.

Yo abrí los ojos poco a poco, vislumbrando primeramente la cara sonriente de Leo, al parecer, ambos nos habíamos quedado dormidos en el sofá de su sala. Yo estaba encima de él, aún con su ropa prestada puesta, abrazándolo y con mi cabeza apoyada en su pecho, le sonreí inmediatamente que lo vi, cómo había extrañado estos momentos, él y yo juntos, no había mejor sensación, permanecimos así por unos minutos, observando nuestro reflejo en los ojos del otro con expresiones felices y mejillas rosadas... De repente, me acordé en dónde me encontraba, pensé que Antonella estaba en casa y me puse muy nervioso, así que me levanté rápidamente, sentándome a un extremo del sofá, por alguna razón, esto le causó gracia a Leo, el cual se sentó entre risas.

- Buen día Ney –me dijo alegremente.

- Buen día Leo –le respondí con amabilidad, sin embargo, no dejaba de extrañarme su tranquilidad, es decir, su novia podría bajar y encontrarme aquí, lo cual me ponía los pelos de punta.

- Debemos estar en el campo temprano para entrenar, puedes ir a ducharte mientras preparo el desayuno, si no tienes ropa tengo un conjunto de entrenamiento extra en la habitación de huéspedes... -yo asentí en agradecimiento y lo miré nuevamente dudoso, él soltó una carcajada- Anto no está, si es lo que te inquieta –volvió a sonreír, ¡Deus, cómo extrañaba su sonrisa!, era como si pudiera leer mi mente, "Con razón estaba tan relajado", pensé.

Ambos nos levantamos del sofá al mismo tiempo, él caminó a la cocina y yo hacia las escaleras. Subí, me bañé y me arreglé en el cuarto de visitas, colocándome la vestimenta que se me había indicado, no era difícil para mí ubicarme en esa casa, la conocía como la palma de mi mano, ya había venido otras veces, no pude evitar sonrojarme al recordar esos momentos. Tardé un poco en este proceso, por ello no encontré a Leo al bajar, supuse que había terminado de cocinar y se encontraba alistándose, sentí la tentación de regresar arriba e ir a su habitación, pero no lo hice, en cambio, preferí servirme la comida en un plato y sentarme a la mesa.

Terminé prontamente, todo estaba sumamente delicioso, fui a lavar los trastos y me dirigí a la sala a esperar a Leo, allí me puse a observar varias fotografías que estaban en la repisa. La más grande de todas era del pequeño Thiago, sonreí al verlo, adoraba a ese niño como si fuese mío, era sumamente hermoso, muy parecido a su padre, de repente mis pensamientos fueron interrumpidos porque Leo había puesto su mano en mi hombro, no me di cuenta en qué momento bajó, pero allí estaba, detrás de mí, arreglado y sonriéndome.

- ¿Listo para irnos? –preguntó feliz.

- ¿No vas a desayunar? –interrogué extrañado.

- ¡Ya lo hice! –carcajeó, "Creo que me tardé más de la cuenta en la ducha... De nuevo", pensé entre risas, yo volví a mirar la foto del pequeño por unos instantes.

- ¿Dónde está Thiaguito? –expresé con curiosidad.

- En Inglaterra con su madre, ella fue a visitar a una amiga –respondió relajadamente, en ese momento recordé algo que hizo desaparecer mi sonrisa por completo... ¡Antonella estaba embarazada! Sentí un nudo en la garganta con esta reflexión por todo lo que significaba.

- Supongo que fue a contarle la buena nueva... Felicidades –mencioné seco, casi sin mirarlo a los ojos.

Él me contestó un lánguido "Gracias", sabía que lo había incomodado el tono en el que hablé, pero no me arrepiento de ello, ¡cómo esperaba que me sintiera con esa noticia! Después de este episodio, ambos salimos de la casa hacia nuestros respectivos autos, yo mantenía mi misma expresión.

Friendzone FC -A Neymessi HistoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora