Capítulo 4

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No resistí mucho más encerrado en aquella habitación, sabía que tú no habías llegado aún porque la puerta de tu departamento no había hecho ningún ruido.

Tomé las llaves de mi departamento y salí después de cerrarlo.

Al salir del edificio sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo, el otoño ya se empezaba a hacer notar y no pude evitar maldecir el no haber tomado mi chaqueta antes de salir.

Me resigné y empecé a caminar, no sabía muy bien a donde me dirigía, pero tampoco era como si me importara.

Había extrañado demasiado recorrer estas calles, definitivamente habían cambiado un poco desde que me fui, ahora se encontraban más arregladas, mucho más iluminadas y con nuevas tiendas y lugares que visitar.

Aunque al pasar frente a un bar no pude evitar que un fugas recuerdo se viniera a la mente.


Nos encontrábamos frente a la entrada de un bar al cual yo nunca había asistido.

¿Es en serio? pregunté algo dudoso y ella solo sonrío de oreja a oreja.

Por supuesto que sí, es uno de mis lugares favoritos para pasar el rato me respondiste totalmente segura—. ¿Jamás has entrado a un bar? me preguntaste notoriamente sorprendida.

En ese momento me sentí como un total idiota, nunca en mi vida había entrado a uno.

No. respondí sinceramente.

Esperabas que te rieras de mí, que me dijeras un comentario sarcástico sobre mi falta de diversión en mi vida, pero nada, en cambio me sorprendí cuando me tomaste de la mano y me diste un apretón en ella.

Pues me alegra ser la primera que te muestre uno de los placeres que debe de disfrutar cualquier adolescente me dijiste y te miré a los ojos—. Alex, sé que no eres de esos chicos que les gusta salir cada noche de bar en bar o de fiesta en fiesta, pero déjame decirte que no está mal que de vez en cuando salgas a divertirte, ¡Somos adolescentes, Alex! La vida no es solo para estudiar, la vida solo es una y hay que disfrutarla como tal en ningún segundo quité mi mirada de la tuya, te veías realmente feliz al hablar así. Así que, ¡Vamos a divertirnos y a que pruebes tu primera cerveza!

Después de ese grito me arrastraste hasta adentro de aquel bar, no negaré que en verdad me divertí y me dejé llevar por el momento, todo era algo nuevo para mí.


¿Sabes algo, Jane? Te estoy totalmente agradecido, por ti descubrí y aprendí muchas cosas que me han alegrado la vida.

Y si, tenías razón en aquel momento en el que me dijiste todo eso.

La vida es solo una y hay que disfrutarla como tal.

Quité mi vista de la entrada de aquel lugar y seguí con mi caminata, las personas caminaban apresuradas, supongo que por la ansiedad de llegar a sus casas o departamentos para resguardarse del frío.

En cambio, yo solo me encontraba caminando por las calles sin ni un solo abrigo que me cubriera, las personas a mí alrededor me miraban sorprendidas y algunas como si estuvieran viendo a un loco.

No les di importancia y seguí caminando hasta llegar a un pequeño parque iluminado por la luz de la luna y las farolas que se encontraban.

Niños y niñas se encontraban corriendo de un lado a otro, ellos no sentían el frío que estaba empezando a hacer, ellos solo pensaban en jugar a las traes. Personas adultas se encargaban de supervisarlos, otras se encontraban paseando a sus mascotas y algunas parejas se encontraban sentados en las bancas debajo de la luna.

Un perfecto cuadro para un pintor, todo encajaba perfectamente en aquella vista, hasta que logré ver en una banca un poco retirada de todos a una chica cruzada de piernas y brazos, su rostro se encontraba impasible, su mirada azulada se encontraba perdida en algún lugar lejos de aquí. Un mechón de su cabello se encontraba colocado detrás de su oreja izquierda, lo cual permitía que viese todas sus perforaciones y parte de un pequeño tatuaje.

—Jane —solté en un leve susurro.

No lo podía creer, casi no había cambiado en nada, seguía manteniendo su aspecto rebelde.

Sin embargo, yo si había cambiado, había dejado atrás mi aspecto de chico bueno para convertirme en un chico que no se viera malo, pero que tampoco mostrara que era demasiado vulnerable.

¿Cómo habrían sido las cosas si me hubiera quedado con ella? Probablemente seguiríamos con nuestra complicada relación, aunque no me arrepentía de mi elección.

Por algo sucedían las cosas y aunque no era de esos de creer en el destino, tal vez este no estaba de acuerdo con que ella y yo estuviéramos juntos.

Dejé esos pensamientos de lado y empecé a caminar hacia donde se encontraba ella sentada, me sentía nervioso de como fuera a reaccionar, pero a la vez feliz de volver a verla.

Cuando estuve frente a ella, la llamé como sí no estuviera seguro de que era ella.

—¿Jane? —pregunté tímidamente, ella volvió en sí y se giró a verme, en seguida abrió de par en par sus ojos.

—¿Alex? —me preguntó confundida y sorprendida a la vez—. ¡Dios mío, ya estoy alucinando! —soltó y no pude evitar sonreír ante su tono de preocupación.

—No Jane, no estás alucinando —le dije aun con mi sonrisa en los labios—. Soy yo de verdad, soy Alex —le confirmé y ella profirió un gritito ahogado.


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