Capítulo 4

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Asustada como estaba me hice una pequeña bolita en el centro del círculo, esperando, esperando a que él llegara y esperando a que el futuro no fuese dañino para ninguno, ahora lo único que podía hacer era llegar a dónde me llevasen y buscar una salida, una salida de este hermoso lugar, porque aunque me duela, no puedo dejar que le hagan daño, que incluso muera, por mi culpa, puedo aguantar el dolor de que me rechace, puedo aguantar el dolor de que me desprecie o que incluso me maltrate, pero no puedo vivir con su sangre en mis manos, no puedo vivir sabiendo que la persona que fue destinada, por alguna extraña razón, a hacerme feliz, a protegerme, muera por una batalla en la que nunca debió luchar.

Lo siento aproximarse y me escondo más con la esperanza de que no me vea, aún estando rodeada de lobos mirándome y siendo su mate, pero no sucede, va directo hacia mí, cada vez siento más ese embriagante olor a fresas y menta y pronto siento una agradable descarga eléctrica en mi pata que eriza mi vello, el toque avanza hasta llegar a mi lomo y hace círculos en él, se siente bien, me siento en paz y segura, pero no he de acostumbrarme, pronto desapareceré de su lado y me iré lejos, donde nadie pueda encontrarme hasta que todo se calme.

-Pequeña, mírame- me susurró una dulce y ronca voz. Me escondí más entre mis patas de lobo deseando que la tierra me tragase.

-Cariño- repitió -no te haremos daño- dijo con la intención de tranquilizarme sin saber que sería yo la que les haría daño. Acercó sus manos a mis patas para apartarlas de mis ojos, en un último intento llevado con desesperación me levanté bruscamente haciendo que cayese a un lado y le di una última mirada cargada de sentimientos, deseando que me pudiese leer para comprender por que me iba así y para que dejase de mirarme con el dolor que sus ojos desprendían, sin poder seguir mirándolo, eché a correr por un espacio que habían dejado los lobos que antes habían impedido mi huída. Con el efecto sorpresa que creé al escapar así conseguí darme a la fuga pero pronto escuché gritos furiosos de mi mate ordenándoles atraparme, seguí corriendo todo lo que pude, pero al poco tiempo sentí como algo me calló encima y vi a un hermoso lobo negro como la noche encima mía, intenté escaparme por los lados pero no conseguí nada, miré directamente a su intensa mirada castaña, esta me miraba con desesperación, con dolor y angustia inyectada en sus ojos, como si me pudiera quemar giré rápidamente la cabeza para evitar mirar los tristes ojos de mi mate, no sabía si rechazarle, ¿debía hacerlo?, muy dentro de mi ser sé que eso es lo que debería hacer, dejarle construir su vida con alguien que no le trajera más desgracias que felicidad, pero no podía, soy muy egoista pero no puedo ni siquiera pensar en que alguien que no sea yo le haga reír, le de una familia, le espere en la cama por la noche y después despierten juntos.

No puedo ni siquiera pensar que alguien que no sea yo le haga feliz.

Y me siento terriblemente mal por ello, por no poder rechazarle.

Me volví a encoger sintiendo su pesada mirada en mí, estoy cansada, han sido muchas emociones hoy y no puedo seguir así, poco a poco siento como mis pestañas se cierran y entro en una especie de sueño, sin pesadillas, sin nada a lo que temer, diferente a las noches que he tenido desde hace tiempo.

(...)

Me despierto con con mucho calor, intento moverme pero no puedo, abro los ojos y miro a mi alrededor observando una gran ventana con cortinas evitando así que entre la luz del sol, en la oscuridad me doy cuenta de que no sé dónde estoy, nunca había visto esta habitación en mi vida y cuando me despierto del todo noto ese olor a fresas y menta, siento en brazo alrededor de mi cintura y una respiración en mi nuca, lentamente giro mi cabeza y veo la fuente de calor, mi mate me está abrazando desde atrás, más bien agarrando ya que parece que si me llegase a soltar desaparecería, cosa que no dista mucho de la realidad. Intento salir de su agarre pero gruñe y tira de mi hacia él con más fuerza, miro su cara y me quedo embobada, tiene unas largas pestañas tan oscuras como su pelo, sus facciones están bien definidas, una perfecta mandíbula cuadrada y unos labios rosados y carnosos a los que me dan ganas de morder y besar hasta el fin de mis días, he de irme antes de que haga algo estúpido que los ponga en peligro, no puedo pensar en su cara, no puedo pensar en sus oscuros y brillantes ojos, no puedo pensar en el adorable y vulnerable rostro que tengo delante de mi y mucho menos pensar en lo que haría con esos sensuales labios. Me vuelvo a mover notando que no lleva camiseta y me quedo paralizada, no puedo verlo pero simplemente noto lo duro que tiene el pecho pero he de dejar de pensar en eso, intento convencerme a mi misma y saco voluntad de donde no me queda para dar un rápido tirón con el cuál me separo de su cuerpo, su mano empieza a moverse buscando lo que supongo que seré yo y pongo la almohada con la que dormí en sus brazos, la abraza y la huele, da un suspiro de alivio y vuelve a dormirse, debe de haber creído que era yo porque tenía mi olor. Lentamente me muevo hacia la salida intentando hacer el mínimo ruido posible y cruzo una puerta que sale a un pasillo, sigo andando y encuentro unas escaleras las cuales bajo tan silenciosamente como puedo, miro a mi alrededor y agudizo el oído buscando algún sonido que signifique que se hayan dado cuenta de mi salida. Camino hacia la puerta que tengo enfrente la cual parece ser la salida y justo cuando voy a cruzarla escucho su voz.

-¿Vas a algún lado princesa?- en su voz puedo distinguir un ligero toque de enfado, giro mi cabeza y veo en sus ojos un atisbo de furia la cual aumenta cuando echo a correr huyendo de él. Escucho sus pasos persiguiéndome hasta alcanzarme y tal como lo hizo una vez, me tiró y me miró a los ojos demostrándome lo mucho que le dolía mi rechazo y sigue sin entender que lo único que intento es protegerlo y eso es lo que haré por mucho que me duela.

-¿Cómo te llamas?- pregunto con mi voz más suave

-Jayden White, ¿y tú?- responde con un extraño brillo de esperanza en su mirada y yo, triste por lo siguiente que diré y destrozada por tener que acabar con ese hermoso brillo digo

-Yo Emily Jones te rechazo a t...- y él, Jayden White, me besa cortando así mis palabras, esas palabras que nadie quiere escuchar y que no me dejó terminar. En el momento que sentí sus labios sobre los míos creí que había subido al cielo, era una sensación indescriptible, sentía mi estómago como si estuviese en una montaña rusa y era... agradable. En el momento en el que comenzó el beso no pude pensar en nada más que esos suaves labios que me besaban desesperadamente y en esa brusca danza que creaban nuestras lenguas. Lentamente nos fuimos separando hasta que pudimos mirarnos a los ojos, Jayden apoyó su frente en la mía y me miró con una intensidad intimidante y yo, como en otras ocasiones, lo único que pude hacer era desviar mi mirada para no ver sus sentimientos por que sé con certeza que si los veo me derrumbaré.

-Emily, mírame- suplicó, yo seguí manteniendo mi mirada en el verde césped sobre el que me encontraba tendida. -No quiero hacerte daño, dame una oportunidad por favor, te necesito- pidió con desesperación y yo como la débil persona que soy ante él, lo miré y le dije las palabras que no debería decir pero aún así salieron solas mientras que en mi cabeza ya comenzaba a hacer planes, en la mínima cosa en la que se equivocara, huiría de él , de mi destino.

-Solo una- respondí. Sus ojos conectaron con los míos, brillaban tanto que me quedé hipnotizada, como una boba mirando los hermosos ojos de mi compañero

-No te arrepentirás- dijo con una sonrisa enrome la cual me dieron unas ganas enormes de besar, me miró los labios y se le oscurecieron los ojos hasta prácticamente no dejar nada de color marrón y en ese momento, me besó, no como la primera vez, sino con dulzura y ternura y aún con un poco un poco de miedo por lo que nos depararán los problemas que sé que vendrán en el futuro, le respondí con todo lo que tengo, con todo el amor y el miedo que tengo en este momento y realmente espero poder salir de aquí sin que nadie muera y sola con mi herido corazón el cual se está curando poco a poco con la simple presencia de Jayden, y aunque tenga que morir yo en el intento, aunque él termine odiándome, salga lo herida que salga, conseguiré salvarlo a él y a su manada, cueste lo que cueste, tarde lo que tarde, sobreviviendo o muriendo, le dejaré ser feliz con quien quiera por mucho que me duela por que por poco que lo soporte, siempre le desearé la felicidad y si ella no está conmigo por protegerme, por soportarme, por que alguien muera por mí, me apartaré como tengo pensado hacer y dejaré que continúe su vida tal y como tuvo que ser, sin mi y sin mis problemas conmigo, por que esa es mi realidad y no dejaré que él salga herido por mi culpa, nunca le haré daño a propósito, prefiero matarme, que me torturen, haría cualquier cosa por él aún sin conocerlo, por que no podría que alguien más en mi vida salga herido y si alguien tiene que sufrir para que el resto sobreviva, iré hasta allí la primera. Y nadie podrá impedirlo.

¿Curar o destruir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora