Capitulo 8. 5:30 pm

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Desperte de mi siesta donde creo que fue la siesta mas incomoda de toda mi vida.
Gira hacia la ventana y vi una señal de poblado pero no alcance a leer lo que decia, asi que prendi la pantalla y actualize el GPS.
Fresnillo, una ciudad del estado de Zacatecas, ya habiamos pasado la parte despoblada del pais y ahora nos encontrabamos atravesando los limites de Aridoamerica para adentrarnos en la vasta Mesoamerica, queria reflexionar aplicando la poca historia que sabia de este pais y se notaba, aunque eran las 5:20 pm en el reloj de pasillo se sentia un calor aplastante pero no como cuando estabamos en El Paso.
Estaba algo agotado, esas siestas no me habian servido de nada y en pocas horas caeria el sol, todos los bellos paisajes se convertirian en tenebrosos ruidos y desolados caminos que nos mantendrian abandonados en la carretera.
En ese momento una familia que iba sentada en los primeros asientos tenia sus maletas listas para abandonar el autobus, y tenia razon, mire a la ventana y estabamos para pasar por debajo de una enorme señal en la carretera que decia: "Bienvenido a Fresnillo, una joya del bello estado de Zacatecas".
Entramos a un pueblo en medio de la nada, como casi la mayoria de los pueblos que atravesabamos. Se subio un señor al mismo tiempo que bajo esa familia y empezo a decir que vendia camote del cerro.
-¿Camote? ¿Que es eso?-. Le dije mientras se acercaba a mi asiento.
-Es comida regional, es una raiz y si quiere le ponemos sal y limon-. Me respondio con un acento algo extraño, casi no lo entendia, como de un pueblerino.
-Se oye rico-. Le dije.
-Si, esta bueno-. Y saco un trozo y me lo ofrecio y lo tome comiendomelo de un solo bocado.
Era algo que jamas habia comido antes, era algo que era pasable para mi paladar pero nutritivo, lo habia escuchado en las clases de nutricion que habia en las conferencias de medicina pero jamas me animaba a comerlo. Ahi fue cuando me di cuenta que vendia en unos paquetes y ahi en su canasto hacia la preparacion que le pedias.
-Deme un paquete de esos-. Le dije con ganas de acabarme esa vigorizante comida y olvidando toda la botana que habia comprado en Torreon.
-¿Con todo?-. Me pregunto.
-Si, con todo por favor-. Le respondi.
-Son 15 pesos-. Me dijo.
-Emm si-. Mientras que contaba las monedas y le extendia la mano para pagarle y no molestar a mi dormido padre.
El señor recorrio el autobus concretando varias ventas y luego nos abandono sin antes dar las gracias a todo el autobus.
Me termine ese paquete en menos de 5 minutos y en serio tenia ganas de mas, era como una droga pero sana.
Fresnillo fue de entrada por salida, ese hombre me demostro la hospitalidad que puede tener un pequeño pueblo y las ganas de vivir que se tienen, que no importa que se tenga todo si cada quien es feliz a su manera.
Me gustaban esos pequeños pueblos, donde no pasaba el tiempo y las personas por mas problemas que tengan tienen aun mas tiempo para ser felices y compartir esa alegria al resto de la localidad.
Este viaje empezo a gustarme aunque estuviera atrapado en un espacio de menos de 50 centimetros.

Mis Ultimas 24 HorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora