Aguamarina

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Chanyeol se ha caracterizado siempre por su particular manera de ser completamente natural, sin aparentar; a veces el jovencito raya en lo molesto, pero entonces sonríe y el mundo le perdona su torpeza. Porque sí, es bastante torpe y descuidado.

Mamá siempre está recordándole las cosas y riéndose a su par en cuanto todo le sale mal al pequeño. Chanyeol no sabe ponerse bien el corbatín del uniforme, a menudo olvida meter la camisa dentro de sus pantalones, se queda dormido sobre cualquier superficie y siempre llega tarde a la escuela. En fin, el pequeño es solo un desastre natural, pero con mucho encanto, como le dice mamá.



La mañana de ese día, hace un año, había sido desastrosa igual que siempre; se levantó tarde, demasiado tarde y prácticamente tuvo que hacer tiempo récord en bañarse, ponerse el uniforme, besar la mejilla de mamá y salir corriendo como loco hacia la escuela. Mientras corría apurado se dio cuenta que había crecido y ahora sus pantalones le quedaban un poco cortos, su cabello también había crecido y el flequillo le cubría un poco de sus lentes, que eran más grandes que los que tenía hace un año.

El viento cálido de la mañana le revolvía el cabello y los rayos del sol se reflejaban en sus lentes, cegándolo un poco; estaba a solo segundos de llegar cuando decidió tomar una inhalación profunda y sonreír, esa era la mejor arma para que no lo fuera a reprender el director, pero también era su expresión habitual, así que siguió corriendo con una sonrisa en el rostro.



El director no lo reprendió, pero si le dio la típica lectura, la misma que llevaba dándole desde que entró a la primaria. Chanyeol había entrado corriendo y se dio cuenta que Joonmyun Hyung (como solía decirle al director cuando este iba a casa, a cenar con su madre) estaba presentando a un nuevo alumno, pero no logró ver bien su rostro, porque Hyung se atravesó en el camino.

"Lo siento Hyu- ¡Director Kim!" Se corrigió de inmediato y Joonmyun soltó una risita suave. "Prometo no llegar tarde otra vez." Sonrió y escuchó como suspiraba el director.

"Sabemos que no cumplirás la promesa. Pequeño distraído." Y luego de negar un par de veces más y revolver el cabello de Chanyeol, simplemente salió del salón. El pequeño dejó escapar una exhalación de alivio y volvió a sonreír, dirigiéndose hacia su nuevo compañero.

Chanyeol intentaba ver el rostro del niño nuevo, pero la luz del sol continuaba cegándolo y en cuanto llegó frente al escritorio del pequeño, decidió que acercar su rostro al contrario sería la mejor manera de verlo bien. Lo que no esperaba era encontrarse con esos bonitos ojos llenos de sorpresa por su cercanía y con las infantiles facciones que adornaban su rostro.

El niño se presentó como Baekhyun y ese nombre se grabó a fuego en su mente desde ese momento; sentía como algo despertaba en su interior y de repente reprodujo cada película rosa que veía mamá en su cabeza, y se le ocurrió que tal vez así se sentían las protagonistas cuando conocían al chico guapo. Tal vez sentían el estómago revuelto y la cara ardiendo.

Cuando tomó la mano de Baekhyun se dio cuenta que no solo se sentía caliente su rostro, sino su pecho y su mano que envolvía la tibia mano de su nuevo amigo. Todo se sentía cálido en su interior y la calidez continuó allí hasta que se hizo de noche y al día siguiente, cuando se levantó temprano solo para peinarse, arreglar su corbatín y practicar su mejor sonrisa frente al espejo.



Los esfuerzos por encantar a Baekhyun durarían hasta el día que fueran necesarios y suponiendo que las cosas irían como la infantil mente de Chanyeol lo había planeado, esperaba que el pequeño lo aceptara pronto en su vida.

Green MintDonde viven las historias. Descúbrelo ahora