Capitulo 3.

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Caminé por el largo pasillo de flores que habían como decoración en la entrada del restaurant que había reservado mi padre solamente para nosotros y la familia del rey de Italia, mi padre se tomaba todas estas cosas serias. Al llegar a la puerta, observé por las ventanas que estaba a un lado a mi familia, claro, con un plato vacio y una copa, al igual que la familia Italiana, de seguro me estaban esperando, dios, ¿me demoré tanto?

-Buenos días familia. -Entré con una sonrisa hacía el comedor, donde todos estaba obviamente.

-Menos mal que te apuraste linda, ibamos a empezar sin tí -Rió un chico pelirrojo, el cual tenía unas pequeñas pecas alrededor de su nariz, pestañas y cejas del mismo color de pelo ¿podría existir gente así?

-¿Por qué me dices ''linda'', si nisiquiera te conozco? -Arqueé una ceja un poco molesta, odiaba que me dijeran cumplidos personas que ni siquiera conozco.

-Bueno, pronto nos conoceremos mejor -Me sonrió, guiñandome el ojo derecho, inmediatamente de esto se para y se pone detrás de una silla vacia. Toma asiento preciosa.

-Detesto que me traten de linda, hermosa, preciosa, tus halagos guardatelos para tí ¿sí?, que no me impresionas para nada. -Caminé hacía otra silla vacia para luego sentarme en ella, odiaba depender de alguien.

-Bueno hija -Espetó mi padre, un poco enojado por mi actitud, pero era verdad, detestaba los chicos así. Habrán cambios importantes en la familia, acuerdos muy comprometedores y quizá a ti te encanten.

-¡Claro que le encantarán a mi niña! -Juntó las palmas mi madre, con una gran sonrisa mostrando sus blancos dientes.

-¿Que cosa me encantará?, no pongas palabras en mi boca, quizá deteste lo que ustedes planean.

-Bueno, hola, me presento, me llamo Victor Taffarelli, gobernador de Italia, creo que eso ya lo sabes -Soltó una pequeña risa. Ella es mi esposa, Annastassia Taffarelli -Apuntó a una pelirroja identica al chico con el que había dicuido hace unos minutos atrás. Y bueno, este es mi hijo Hernesto Taffarelli.

-Tu futuro esposo, hija mía. -Soltó mi padre, quedando totalmente atónita, no podía reaccionar a tal palabra, la había lanzado tan fuerte, tan de prisa.

-¿Es una broma verdad?, yo no puedo casarme con un extraño, esto va contra mis principios, contra mis derechos, ósea se que tengo dieciséis y aun vivo en su techo y no tengo la edad suficiente como para mandarme sola, pero ósea ¿en qué mundo ustedes creen que me casaré a tan temprana edad?

-Será una linda boda hija, será acá en Francia, te adaptarás rápido, el es un buen chico, creéme -Me miró mi madre, tratando de convencerme con su mirada de perro faldero.

-Bueno, y yo les quiero preguntar a ustedes dos, par de necesias ¿Se casaron a la fuerza, o por amor?

Tras aquellas palabras ambas se habían quedado quietas, era obvio que se habían casado por amor, o por dinero, pero jamás se habían casado a la fuerza, a lo menos mi madre no, ella estaba totalmente enamorada de mi padre, cosa que no entiendo, si es un ser tan arrogante, tan estúpido.

-Hija, independientemente de que te guste o no, lo ames o no, te casarás si o si con el, el es chico perfecto.

-¿Por que planean una boda? ¿Por qué sienten que tienen todo el derecho de elegirme a un hombre para que yo me case, siendo que yo tengo que buscar al que es perfecto para mí?

-¡Pero si yo soy perfecto para mí!, solamente mírame -Sonrió aquel chico, no sé como podría bromear con algo así.

-¿Por que no cierras la boca mejor?, esto no es gracioso, lo encuentro inaceptable, esto va contra los derechos míos, de la mujer por supuesto ¿Que pasa con eso padre?

-Ósea, por favor, mírate, ¿Derechos de la mujer?, eso no existe acá, ustedes no tienen derecho a nada, solamente a planchar, cocinar y procrear, nosotros somos los seres inferiores a ustedes, nosotros sí que tenemos derecho a todo.

-Já, claro ¿Y que me dices tú de los trabajadores honestos, que no reciben ningun peso, solamente por que tú se los quitas?, ellos también son hombres, son personas de hecho, y aún así les quitas el derecho a todo.

-Donatella Bellamy ¡Cállate! -Se desesperó mi padre, claro, era obvio que había encontrado su punto débil, sus defectos.

La comida terminó en un desastre, la discusión duró como una hora, y era más que obvio que ya había una decisión tomada, estaba más que claro que mis padres me iban a casar con ese tal Hernesto, odio vivir acá, detesto todos estos cambios, detesto ser ignorada, pisoteada, detesto ser una sombra.

Luego de haber comido todo lo que nos habían servido me paré, caminando hasta la salida, sin mirar ni despedirme de alguien, solamente quería retirarme, no aguantaba esta falsedad, quizá sea la boda del año, la boda ''real'', que es totalmente falsa, ya quiero ver los periódicos con fotos mías de mi boda, 'La eterna enamorada Donatella Bellamy por fin se casa', agh, ¿Cuándo podré encontrar la felicidad?

Caminé hasta el auto, donde se encontraba mi fiel compañero, mi confidente y mi amigo, quién también cumplía el papel de padre, Charls, el me entendía a la perfección, ¿Por qué el no fue mi padre?, me hubiera encantado ser de una familia humilde y no como esta.

-Donna, alegra la cara ¿Que pasó? -Me miró angustiado, preocupado, era el unico que demostraba interés por mí.

-Quieren casarme a... -No logré terminar la frase, ya que una voz masculina interrumpió detrás de mí.

-Tu padre se olvidó decir qué en dos semanas más te vendrás a vivir conmigo, durante un año preciosa -Se acercó agarrando mi cintura, posicionando su mentón en mi cuello. ¿Llamaste a un taxi?, que tierna. -Besó mi mejilla, dejando en ella su asquerosa saliva.

-Soy chófer personal de la familia, no un simple taxista y tú ¿Quién eres, y por que te llevarás a Donatella?

-Por que me casaré con ella.


The price of Reputation.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora