Capitulo 3

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El cielo esta vuelto ceniza, los árboles se mesen en una ardua danza y las gotas de agua cubren el paisaje. KyungSoo está sentado en la camilla; sus piernas pegadas a su pecho, su cabeza entre ellas y sus brazos abrazándolas. Esta frio y lo siente hasta los huesos, pero eso es lo de menos o al menos le entretiene de irse a liar con sus pensamientos. Prefiere mantener su mente en blanco y solo ver al exterior. Agradece que al menos le hayan dejado en una habitación con una ventana al exterior, aunque claro, esta tiene grandes barrotes como protectores por fuera.

Así pasa por alguna media hora antes de quedarse dormido, en esa posición que seguro le provocara dolores en los músculos de su cuello. Desde que se ha quedado solo en esa habitación no ha parado de soltar sus lágrimas apacibles y pesadas.

Gracias a estar en un profundo sueño, no se da cuenta cuando la puerta es abierta por un enfermero que al verlo en esa posición se queda plasmado aun con la puerta abierta y con su mano en la manija.

-Es un... niño-dice para sí mismo el intruso. Sale de su trance, cierra la puerta y camina con meticulosidad. Como si el mínimo ruido pudiese despertar al pequeño jovencito frente a sus ojos. Aun no le puede ver el rostro, pero hay unas ansias de descubrirlo y no sabe porque.

El joven enfermero se inclina un poco hacia el frente de KyungSoo. El enfermero ya está en la esquina de la camilla junto a la ventana.

-Pero... ¡Que belleza!-deleita con su voz. Mira esos bonitos belfos rojos como una manzana, esas largas y negras pestañas, esa nariz como un botoncito y esos pómulos de color carmesí, además de que observa con deleite esa tez blanca y algo pálida, podría compararla de inmediato con la nieve, pero mejor la luna. Se inclina un poco más, no está en sus cabales, pues si alguien entra a la habitación podría confundir la situación por una más íntima gracias a la cercanía que él está ejerciendo hacia el menor. Pero gracias a esa cercanía, nota los ríos secos que el menor ha marcado con sus lágrimas, por sus mejillas.

No lo ve venir, el menor abre sus ojos e inconscientemente se lanza hacia tras con su pies logrando así golpearse con la pared.

-Auch-chilla mientras lleva su mano a la zona afectada; su nuca.

-Y-Yo... lo siento, no quise-el enfermero se traba con sus propias palabras.

-¿Por qué has estado así de cerca? Me has puesto un susto horrible-se queja el adolorido.

-Lo siento, de verdad que no quise, pero me dio mucha curiosidad ver tu rostro ya que estabas en una posición que lo cubrirá de una vista simple-se excusa con razones ciertas. KyungSoo no responde, solo asiente. Ya ha dejado te tocar la zona ahora ya no tan adolorida-. ¿Cuál es tu nombre?-inquiere el mayor y se maldice mil veces por no leer el formato que su compañero le ha dado para que leyera, ahí estaba algo de información básica sobre KyungSoo, pero lo que el enfermero no sabe es que también hay información incierta.

-KyungSoo-y ahí es cuando el menor y el enfermero caen en la cuenta que ambos tienen rasgos asiáticos. Cada uno admirado por su gran descubrimiento.

-Coreano, eh-dice.

-Si-afirma lo obvio-. Tu...

-Sí, también lo soy-Kyungsoo se queda con su vista en la sonrisa perfectamente blanca y brillante del contrario. Es muy bonita-. Soy Kim JunMyeon, estaré junto con otro compañero, a tu cuidado-extiende su mano derecha. KyungSoo la mira por varios segundos, que Junmyeon está a punto de retirarla, pero se detiene cuando siente la temblorosa y pequeña, del menor tomarla.

-H-Hola-saluda en un musito.

-Bueno KyungSoo, solo vine a presentarme antes de marcharme. Siempre me gusta llevarme bien con las personas a mi cuidado y creo que tú no serás la excepción-quizá no la excepción, pero si el más difícil de todos.

Mi Juguete 2: Eres Mio [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora