Capítulo Dos.

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Un año después:

Él estaba sentado en el sillón de su gran casa, mientras veía la televisión sin ninguna preocupación, después de todo, el dinero que le daban todas esas jovencitas le alcanzaba para absolutamente todo. Él estaba tan feliz, todo salía de acuerdo a su plan, no vivía con ninguna preocupación, y todo el tiempo estaba con mujeres ¿Qué más se podía pedir?

La noche era calurosa, como ninguna hasta ahora, el timbre de la mansión sonó, el chico se dirigió a abrir, y un cartero lo miró con cara de pocos amigos,  y el descarado chico le ofreció una sonrisa perversa, él cartero no sabía, que un hombre sin principios, valores y falta de moral, le estaba sonriendo. El cartero ignorante de lo mala persona, le dedicó un asentimiento educado para después marcharse.

El chico se dirigió a la puerta de la cocina para poder ver que era sin levantar ninguna sospecha, estando ya ahí, miró el sobre, lentamente lo abrió esperando ver la suma mensual de dinero que le enviaban las diferentes chicas, pero en vez de eso sorprendido vio la foto de su segunda víctima, la latina fácil, que había accedido a acostarse con el sin refunfuñar ¿Qué demonios? ¿Acaso la perra quería verlo de nuevo? Sería raro, pero el accedería con gusto, volteó la foto para ver si le había mandado alguna sorpresa, y leyó lentamente y en voz baja:

Ahora soy yo la que deja mensajes lindos: ¿te acuerdas de ella? Fue una chica desgraciada que cayó en tus asquerosas garras, una de las primeras de muchas, y así como ellas no durmieron en paz por semanas, meses y hasta incluso años, tú tampoco volverás a dormir jamás. Por cierto, me encanta ese polo blanco que estás usando, probablemente me lo quede cuando estés muerto.

 El chico miró a todos lados, no podía decir que estaba asustado, probablemente solo había sido uno de sus amigos para asustarlo, pero definitivamente quería encontrar al responsable del infarto que había sufrido por un segundo, resopló y se dirigió nuevamente al sillón donde antes estaba viendo televisión, cogió el control y lo prendió.

Pero, un momento, él había dejado el televisor encendido. El chico se paró de un salto, esto ya no era gracioso, quien quiera que sea que le estaba haciendo eso, se las iba a pagar caras

— ¿Dónde mierda estas? —Gritó ofuscado el chico— Dímelo de una vez para que te haga mierda —una risa femenina se escuchó a lo lejos, solo era una jodida mujer, él podría con ella, rápidamente corrió a las escaleras y subió a zancadas, cuando llegó al segundo piso una chica de cabellos marrones y ojos tan negros como una noche en un pueblo sin electricidad, lo miraba con una sonrisa malévola, sin embargo no puedo descubrir quién era, una máscara le tapaba la cara, la chica parecía feliz, hasta que de un momento a otro, su sonrisa cambió por una mueca de asco, y fue cuando ella sacó una pistola y le apuntó al chico sin una pizca de pena o de miedo.

El chico retrocedió lentamente mientras buscaba algo con que defenderse, la chica lo seguía apuntando sin temor a que se escapase.

Mierda, no había nada con que defenderse en su casa, así que decidió encerrarse en un cuarto, eso distraería a la loca, mientras buscaba un arma y la pudiese matar.

El chico rápidamente abrió la puerta de su habitación y se encerró ahí, la risa de la loca retumbó nuevamente en sus oídos, los disparos se oyeron en la puerta, y joder aun no encontraba ningún arma, miró desesperado a la ventana, y sin dudarlo saltó hacia el primer piso, la caída fue dura, sentía sus piernas doler malditamente ¡y todo por esa perra!  Oh, como la odiaba, miró arriba para cerciorarse de que no había nadie dentro, y cuando estaba más calmado, se asomó la loca por la ventana, y lo miro con una sonrisa de suficiencia, la perra estaba disfrutando de eso.

La loca despareció de la ventana, y fue cuando él supo que ella lo iba a buscar, entonces se levantó ignorando el dolor en sus piernas, y corrió como nunca antes

—Es solo una mujer —repetía para darse ánimos— Es solo una jodida mujer loca

— ¿Quién es una jodida mujer loca querido?   —Era la loca quien le hablaba, y cuando la vio su corazón casi se sale por la boca —Espero que no hayas estado hablando de mí, tengo un arma, y en cualquier instante podría usarla para volarte los sesos, y créeme que sería feliz de hacerlo.

El chico se apegó a la pared del callejón donde la loca lo había acorralado

—Yo no te he hecho nada a ti, no tienes por qué hacerme daño —dijo el chico intimidado de repente

—Querido, al hacerle daño a todas esas chicas, también me haces daño a mí, tómalo como si todas esas chicas a las cuales embarazaste o traumaste fuera yo, y ahora estoy volviendo por venganza, y no me iré sin ella  

—Muérete perra —dijo el chico sacando valor, de donde ya no tenía.

La chica soltó una sonora carcajada mientras lo miraba fijamente. La carcajada no era para nada de diversión, tenía sentimientos ocultos ahí, tenía odio, mucho odio.

—Cada vez estás tentando más y más tu suerte, y no estoy segura de querer matarte tan rápido, quiero que ruegues por tu vida, y que cuando tengas la más mínima esperanza de que todo irá bien, mueras y te pudras en el infierno como la escoria asquerosa que eres.

El chico se acercó casi corriendo hacia ella e intentó quitarle el arma de la mano, la chica le dio la cachetada más fuerte que pudo, con el dorso de su mano, el chico llevó la mano hacia su mejilla y la frotó un momento, después sus ojos obtuvieron cierta gracia felina, la chica no era la única que sentía odio profundo ahora

—Suelta el arma zorra, tú no tienes nada que ver en esto, excepto porque yo seré quien te mate a ti, y no me importa si vivo encerrado en una maldita cárcel toda mi vida, seré feliz solo con saber que estás muerta

—El único que morirá aquí, eres tu —dijo la chica, mientras sacaba toda la fuerza que tenía, y hacia que con un golpe bajo al chico, se le cayera la pistola, entonces sin vacilar la agarró, y le dijo al chico— Nos vemos en el infierno animal

Y le disparó sin miedo ni culpa, solo lo hizo, le disparó feliz de saber que ya había acabado con uno, y aunque faltaban muchos, había logrado vengar a una chica, y el sentimiento no había sido feo, se había sentido plena, había sentido que había protegido a una persona, aunque haya matado a otra, pero el problema era que la persona que había matado no merecía vivir, si solo iba a hacer que más personas sufriesen.

La chica se acercó al cuerpo sin vida del chico, y con su lápiz labial escribió al lado del cuerpo.

El Vengador consiguió venganza, cuídense.        

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