The Revenant Choir

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–Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. Esta muerte que nos acompaña desde el alba a la noche, insomne, sorda, como un viejo remordimiento o un absurdo defecto. Tus ojos serán palabra inútil, un grito callado, un silencio....

Cerro el libro no deseando seguir con su lectura, últimamente le había dado por buscar poemas para leer y a ciencia cierta no entendía porque este gusto tan particular había surgido en él. Siempre fue un amante de la literatura fantástica, acérrimo seguidor de Tolkien, Murakami y otros... Los poemas siempre le había resultado difíciles, por no decir imposibles de entender. Más, este último tiempo muchas cosas habían cambiado, entre ellas estaban parte de sus gustos y sus deseos...

–¿Cesare Pavese? Realmente no te conocía esos gustos, Shun.

–Es sólo algo que encontré por ahí...

Le contesto sin voltear a observarla, Iris le sonrió y con un aire distraído se acomodo en el respaldo del sillón ignorando por completo la reticencia que su acompañante demostraba al tenerla tan cerca, ya era hora de que Shun empezara a acostumbrarse a la cercanía de otra persona.

–Los anaqueles de la salas de descanso tienen una gran variedad. –Le comento. –Es curioso el poema que elegiste, si no mal recuerdo su escritor de corazón roto decidió tiempo después echarse a dormir y no despertar jamás... Una buena dosis de somníferos pueden abrirnos fácilmente las puertas al mundo sin dolor.

Shun desvió la vista de los ojos marrones de la mujer y volvió a releer los párrafos del poema, sintiendo como un tono más helado se había calado en lo profundo de su prosa.

–Es impresionante como el saber la verdad cambia el significado de absolutamente todo ¿No?–Le susurro la condensa cerca del oído, acto que hizo que Shun inmediatamente se volteara y enfrentara su mirada... Más no se alejo, sino que la dejo mantenerse a esa corta distancia de él.

–Iris...

Pronuncio, reconociendo a una mujer que no tenía apellido y cuyo verdadero nombre le era desconocido. Pese a que poseía un bello cuerpo diecinueve años, sólo con el tiempo Shun había sido capaz de encontrar en su mirada los cientos de años que poseía su verdadera existencia.

– ¿Para qué me quieres Shun?

Por unos momentos dudo, si bien era cierto que había estrechado más la relación que tenia con sus compañeros no sabía como ella lo tomaría su decisión. Pero, necesitaba respuestas y sabia que ella era una de las únicas personas que podría ayudarle a encontrarlas. Se deshizo del libro colocándolo en la mesa ratona que le acompañaba, dejando lucir su blanca portada entre todas las rosas que en la madera yacían pintadas.

–Quería hablar a solas... Sobre la información que me dio Azrael.

– ¿La que obtuviste metiéndote a su base de datos y la que costó la renovación de todo el comedor?

Shun suspiro, ya se había disculpado por ello ¿Acaso nunca lo iban a olvidar?

–Si...–Shun intento pasar lo más rápido posible al tema que le interesaba. – Conozco la firma de Kido y los sellos de la fundación, no en vano pase tanto tiempo en la mansión, es por eso se que no son falsos los documentos de Azrael.

– ¿Pero? –Le pregunto ella.

–Pero, quiero saber cómo los obtuviste. –Le contesto.

Una sonrisa siniestra cruzo el rostro de la mujer, dejando relucir los afilados colmillos que poseía.

–Azrael siempre busca averiguar todo sobre sus empleados y tú no eres la excepción, no es la primera vez que invado una mansión ni la ultima que robo información.

Dark's melodysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora