Estoy Deseando Verte.

Gwen

-Sí, sí, dime- respondo apresuradamente.

No entiendo que ocurre, apenas le escucho. Su voz parece como la de un robot de una película mala, o como cuando te colocas enfrente de un ventilador y hablas.

- Te dec... estoy ... abra...-
Empiezo a escuchar unos pitidos - ¿Mike? - un último pitido y se corta la llamada.

Miro la pantalla del móvil. No tengo servicio.

Empiezo a ponerme nerviosa, le pido el teléfono a mi madre.
Tampoco tiene señal.

-Genial...

Me dirijo hacia el salón con la finalidad de buscar cobertura. Nada.

Voy hacia mi habitación y sigo igual, no consigo ni una barra, no podre llamarle...

Irritada voy de nuevo al salón y me siento en el sillón con un cojin en mi regazo.

Enciendo la televisión.
Quiero hacer algo para distraerme y no pensar.

Cambio de canal varias veces, pero en todos dicen lo mismo.

Cojo mi teléfono y deslizo el dedo por la pantalla, esta se desbloquea mostrandome mi fondo de pantalla.
Es una de las primeras fotos que me envió Mike. Sale con su morena melena alborotada, como si se hubiese pasado la mano por el pelo antes de hacerse la foto, le brillan los ojos y no se distigue muy bien si son marrones o verdes. En realidad no son ni lo uno ni otro, es una mezcla de ambos colores, que se entrelazan entre si y hacen que su mirada sea calida y penetrante a la vez.
Sale con una seductora sonrisa de medio lado.
Me fijo en que lleva el colgante que le envié, a juego con el mio, encima de su camiseta favorita; es de tirantes y de un azul cielo claro. Me encanta como le queda ese color en contraste con el moreno de su piel.
Decido que lo mejor es mandarle un mensaje y así cuando tenga cobertura se enviará.

-La policía todavía investiga el magnicidio del hospital...- Esto último me revuelve y cambio de canal.

- El brote se expande, cada vez son más las víctimas de la infección, - cambio otra vez.

-Los servicios sanitarios no dan a basto, se han implantado puntos de información en todas las localidades del país con la finalidad de tranqulizar a la ciudadanía. -Cambio.

-El ministro de sanidad confiesa que la situación es critica y ruega que los ciudadanos mantengan la calma y colaboren en todo lo posible con los servicios.- cambio.

-Control de plagas esta intentando aislar al mayor número de contagiados para evitar la ...- la televisión y la luz se apagan a la vez.

Segundos más tarde escucho a mi padre en el pasillo, intentando hacer que vuelva la luz. -Debe ser un apagón general- La verdad no me extraña mucho, vivimos en un pueblo pequeño y aquí la luz se va muy a menudo.

Voy a la cocina en busca de las velas que guardamos para casos como este, cuando escucho una sinfonía de sirenas, distingo que son varias ambulancias y coches de policías.

Oigo voces provenientes de la calle.
Detengo la busqueda de velas y salgo de la cocina.

En la puerta de mi casa veo a mis padres hablar con los vecinos, - ¿ A qué viene tanto escandolo?-pregunto mirando como se aleja el último coche de policía por la esquina de nuestra calle.
James, mi vecino de enfrente, mi médico hasta que se júbilo y con el cual nunca he tenido una conversación de verdad por raro que parezca, abre la boca meditando si debe decirme algo. Mira a su mujer que asiente con la cabeza y me contesta- Parece ser que el brote a llegado hasta aquí, han traido a unos cuantos enfermos al hospital ya que no hay espacio suficiente en la ciudad para todos. Puesto que nuestro pueblo aunque es pequeño, cuenta con muchos servicios sanitarios.
-oir aquello me sienta como si me arrojasen una jarra de agua fría, medito unos instantes y digo -¿Dónde han instalado el centro de refugiados?
Mi madre me mira como cuando era pequeña y hacía algo en público que no debía, esa mirada siempre significaba " cuando lleguemos a casa ya hablaremos jovencita", en otra ocasión me hubiese preocupado pero esta vez no, porque justo en ese instante veo pasar a Sam a toda prisa. No me lo pienso, salgo detrás de él gritandole que me espere.