A la mañana siguiente, Matt me despertó. Él tenía que ir a trabajar; así que necesitaba desayunar. Le preparé un café cargado y huevos con tocino. Me senté a la mesa junto a él.
- ¿Ya te sientes mejor?- preguntó sorbiendo de la taza.
- Si. Perdón por mi actitud de anoche.- dije quedament.
- No tienes nada que disculpar. Pero a ambos nos afecta ésta situación, _____.- tomó mi mano por encima de la mesa.- ¡Y basta de culparte! Te conozco, sé que piensas que esto es tú culpa. No es así, mi vida. Si nos esta pasando esto, es porque Dios tiene otros planes para nosotros.- un nudo se produjo en mi garganta.- No quiero que sigas torturándote más, porque me haces sufrir a mi también, ¿entendido?.
Asentí lentamente. Y las lágrimas brotaron por mis ojos. Quizá tenía razón, pero no podía dejar de sentirme de ese modo. Ese sentimiento de culpa era más fuerte que yo.
A las cuatro de la tarde ya me encontraba en la sala de espera. El doctor no tardaba en pedirme que pasara. Me entretuve viendo un programa de comedia que pasaban en ese momento en la televisión; apenas lograba escuchar lo que decían, ya que estaba a un volumen muy bajo.
- Señora Espinosa.- escuché a la secretaria llamarme. Me puse de pie y me acerqué a ella.- el doctor la espera.- sonrió y señaló la puerta.
- Gracias.
Entré al consultorio y el doctor Gutiérrez se encontraba tras su escritorio. Me pidió que me sentara cuando me vio.
- ¿Cómo ha estado?- preguntó mientras examinaba unos papeles que tenía en las manos.
- Bien. Gracias.
- Ok. Veamos.- siguió leyendo.- ¿Cómo va el intento de embarazo?- levantó la vista de las hojas aquellas.
- Aun nada, doctor. El intento se sigue haciendo. Pero no ha dado resultado.- confesé tristemente.
- La última revisión que tuvo fue hace un mes... ¿Cuándo fue la última vez que tuvieron relaciones?- cuestionó mientras se ponía de pie, y me pedía que lo acompañara.
- El día de ayer.- estaba tan acostumbrada a éstas preguntas, que la vergüenza ya no hacía acto de presencia.
- Entonces tenemos un tiempo de intermedio.- me recosté en la camilla.- levántese la blusa.
Colocó gel frío en mi estómago y con el Doppler comenzó a hacer la revisión. Me encontraba completamente calmada. Ya conocía la respuesta: "Hay que seguir intentando". El venir era dinero perdido, si ya sabía lo que diría, ¿por qué me molestaba en venir? Era tonto. Matt volvería a sentirse mal.
Hacía un mes, pude notar que las lágrimas se aglomeraron tras sus ojos, pero él siempre quiere ser el fuerte. Como yo no logro serlo, es él quien se aguanta la tristeza.
- _____...- escuché decir al doctor, y observé una gran sonrisa en sus labios. Me quedé sin aliento.- Tengo que felicitarte.
- ¿Qu... qué?- balbuceé, y mis ojos pestañeaban rápidamente. ¿Qué demonios decía?
- Lo han conseguido. Serán padres.
- Estas bromeando.- chillé. Y las lágrimas empaparon mi rostro.
- No. Mira esto.- señaló la pantalla. No podía ver nada... pero sí él lo decía.¡Dios mío! Mi corazón estaba revolucionado, y no podía pensar con claridad, pero comprendía que había un bebé dentro de mí. No podía haber mejor noticia que esa. ¡Matt se podría tan contento!