Capítulo 3: Los hechos duelen.

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Espero que lo disfruten, comenten que les pareció para así poder mejorar n.n, Gracias por tomarse el tiempo de leer.


-. Es que... Yo, bu-bueno, ya sabes vi algo que no debía, ¿supongo?-. Confesó, al fin el chico mirando los ojos del caballo-. Mo-Cron, Creo que ellos tienen más que una amistad, de eso estoy seguro.

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El joven príncipe se puso de pie dándole la espalda al caballo cruzándose de brazos, tardo un poco de tiempo en escucharse la voz del pequeño rosa, y obviamente el unicornio no le interrumpiría sus pensamientos si el chico iba a hablar seria sin presiones, él sólito abriría la boca y se desahogaría con su mejor amigo.

-. Fui... De visita una vez a la casa de Marshy y no estaba solo, Fiona estaba con él, podía escuchar las voces de ambos tras la puerta, y las ventanas también delataban su presencia ya que no estaban del todo cerradas-. Comenzó a relatar, y como era de esperar se volteó para ver a su camarada de frente, pero aun así mantenía su mirada en el piso-. No se me hizo mala idea sacarles un buen susto, jugarles una broma inofensiva sería divertido... bueno, eso pensaba hasta que levante la cortina.

El corcel color negro abrió los ojos amplia mente, en todo momento imaginando la escena que describía el chico rosa, el joven sonrió levemente mirando fijamente al caballo por escasos segundos-. Estaban... Tú sabes, copu... copu, joder me cuesta tanto decirlo-. Sin poder decir nada el joven se sentó en el piso abrazando sus rodillas sin obsequiarle ni una mirada más a Mo-Cron.

Con la pesuña en el piso el caballo comenzó a comunicarse de nuevo con el muchacho

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Con lágrimas en los ojos el dulce príncipe lo miro y con toda la vergüenza del mundo tomo aire escupiendo la palabra, un simple verbo que se le hacía casi imposible de pronunciar-. ¡COPULANDO!... eso es lo que hacían, estaban copulando Mo-Cron, en mi cara-. Tras confesarse el caballo sacudió la cabeza, no podía creer lo que estaba escuchando, pero si lo decía el príncipe debía ser verdad.

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El chico le miro y negó un par de veces para sentarse de nuevo, pero esta vez muy cerca de su amigo para abrazarlo, se le hacía más fácil ahogar sus penas en los brazos de alguien, en este caso aferrase al cuello de aquel poderoso semental

-. Lo único que hice fue irme de ahí, no sin antes ver unos minuto, te juro que no quería mirar más, esa escena era demasiado para mí, pero... Ver a Fiona en completa desnudez gimiendo de placer me paralizo, Sentí tanta envidia de toda su pálida piel, su cuerpo entero era recorrido por esas delgadas manos de bajista que solamente posee un músico maravilloso-. Sonrió ladinamente mientras cerraba los ojos, recordando cada detalle de aquella noche de ultratumba-. Me imagine siendo poseedor de ese cuerpo Mo-Cron, sentirme acariciado por esas manos, dejando que el descubriera los lugares que tenía que tocar, para disparar las notas más altas que mis cuerdas vocales podían despedir. Sentir como mi cuerpo se llenaba de su ser, bañarme en la gloria que era su sudor, y sobre todo sentirme devorado por su boca... -. Hizo una pausa. Abriendo de a poco sus ojos dejando caer unas lágrimas finísimas, paseándolas por sus mejillas, al sentirlas en sus labios, sus dígitos rosados tocaron sus carnosidades-. Esa trampa mortal... en la que sería feliz y gustoso de ser prisionero.

Mo-Cron agacho la cabeza para acariciar con su mentón el cabello del pequeño que lloraba en su cuello, el silencio se empañaba con los ligeros jadeos que ahogaban a Gumball en su eterno lamento.

Pasaron unos largos minutos hasta que el reloj en la muñeca de Gumball sonó, indicándole que tenía que regresar ya mismo al castillo, Gumball abrió los ojos de golpe secándolos con brusquedad.

-. ¡Mo-cron, por favor llévame al castillo!-. Se puso de pie colocándose el abrigo, a lo cual también le imito el caballo saliendo del establo.

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Gumball le miro asintiendo con una sonrisa fingida-. Si estoy bien, y estando distraído o no tengo que irme tengo una cita con los ministros-. Comento, con un pequeño mohín en los labios.

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El muchacho se montó sobre la espalda de su amigo aferrándose a los cabellos blancos de Mo-cron-. No, bueno no lo sé mentita solo me dijo que no faltara, seguramente solo quieren que haga unas cuantas cosas y ya, no creo que sea de importancia.

Tras haber contestado, Mo-Cron despego dejando atrás su pequeño establo, después de unos minutos de vuelo, ambos llegaron al castillo a lo cual Gumball agradeció despidiéndose de su amigo corriendo a prisas al castillo para arreglarse con su mejor traje.

Mentita como era de esperar ya tenía sobre la cama el atuendo que portaría su real majestad para la cena de esta noche con los ministros.

-. Muchas gracias Mentita, ve a preparar todo para la cena, por favor-. La sirvienta se fue haciendo una reverencia antes de retirarse.

Gumball cerró la puerta y se desnudó por completo para meterse a la regadera y tomar un baño rápido, al salir de la ducha, sonrió al ver el montón de paja que había en sus cabellos, las cuales retiro sin borrar la sonrisa de sus labios, al parecer con tanta prisa no se bañó exactamente como debía.

Tomó sus prendas y las coloco acomodando cada una como se debe para ir muy presentable, peino a la perfección su cabello y perfumo su cuello con la más fresca fragancia, lustro sus zapatos por último y salió de su alcoba.

Fuera de la habitación le esperaba Mentita con un vaso de agua y los medicamentos que le correspondían en ese horario, él joven sonrió y tomo el vaso con zumo de piña y metió las píldoras a su boca, tragándolas todas de un sorbo.

-. Tenga cuidado no se valla ahogar majestad-. Suspiro, mientras recibía el vaso de vuelta.

-. No te preocupes ya no hay tiempo, mmm a propósito ¿Ya ha limpiado mi laboratorio?-. El joven cuestiono caminando a las escaleras que lo llevarían directo al real comedor.

-. Si joven Príncipe, lo limpie mientras no estaba-. Añadió, nerviosa la mucama.

-. Perfecto señorita, no quiero errores en lacena-. Dijo por último él dulce príncipe, bajando con gracia las escaleras y con una sonrisa radiante mostrando sus perlados dientes a los espectadores que  lo veían con admiración bajar los escalones pulcra mente pulidos. 


Dulce Antología.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora