Capítulo 2

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Fui directamente a los refrigeradores, busque mi bebida favorita

— Hace mucho no sabía de ti — me asusto Ricardo, lo mire y le sonreí

— cuando una persona quiere saber de otra, suelen utilizar el celular o algún otro medio para llamar, mandar un mensaje o algo por el estilo — salté para alcanzar mi bebida, mi un metro con cincuenta y nueve centímetros, no me ayudaban a llegar a lugares muy altos.

— supuse que ya no querías saber de mi

— Es malo suponer — seguí buscando, ahora la bebida favorita de Fernando

— veo que te conoce muy bien — su comentario me sorprendió y lo mire

— mejor que ninguna otra persona

— por fin dejaste a alguien entrar

— Por fin alguien se esforzó para entrar — declaré, seguí mi búsqueda y la encontré. Seguí caminando por el pasillo de golosinas y papas. Tome algunas cosas y fui a la caja.

Salí y Fernando corrió a mí a ayudarme con las bolsas que me habían dado,

— Si la niña ve tienda y corre por dulces — rio y me besó la frente. Subimos a la camioneta — yo tenía un chocolate por aquí — busco a su alrededor y yo solo reí — ¿te lo comiste todo?

— dijiste que la mitad era para mi

— bueno, ¿dónde está mi mitad?

— ese es el problema, mi mitad era la de abajo — reí ante mi mal chiste y el solo me miró mal — ya, ya, aquí esta, te compre uno nuevo — tome uno de los chocolates de las bolsas y se lo di. Este viaje iba a ser largo, por lo menos cuatro horas.

Estaba oscureciendo mire atrás y Ale venia dormida en las piernas de Ricardo, que también estaba dormido con los audífonos puestos.

— Es él — dije y Fernando me dio una mirada rápida. Él sabía del mi "gran amor", pero así como sabia eso, sabía que ya estaba totalmente superado.

— Lo sé — me sonrió y su mano se colocó en mi pierna — me di cuenta en el momento en el que se miraron

— ¿no tienes frio? — yo tenía mucho frio, tenía sobre mis piernas la cobija y aparte ya me había puesto mi gran sudadera (antes propiedad de Fernando). El rio

— si un poco, pero mi sudadera quedo atrás — me quite la sudadera y se la di

— te ofrecería mi cobija, pero como buen cubo de hielo, mis pies están helados

— es más fácil pedírselas allá atrás

— ambos están dormidos, así que solo te queda aceptar mi caballerosa oferta

— ¡oh usted es muy amable! — se orilló y se colocó la sudadera, yo subí los pies al asiento (sin zapatos) y me cubrí con la cobija —pareces un pequeño conejo — hizo un puchero y yo lo mire mal

— ¿Cuánto falta?

— como una hora

— ¿puedo dormir?

— Claro pequeña — me sonrió tiernamente, me acurruque y cerré los ojos. Lo que para mí fue un minuto, al parecer había sido una hora, Fernando me estaba cargando y me llevaba a la habitación

— Puedo caminar — dije adormilada

— Puedo cargarte — me dio un tierno beso en la cabeza y siguió caminando. Sentí el confort de la cama — vas a dormir con Ale

— ¡no! Quiero dormir contigo — lo jale y el cayó sobre mi

— Está bien, pero entonces tendremos que dormir abajo — me miro y retiro algunos cabellos que estaban en mi cara

— Perfecto — le di un pequeño beso. Me senté en la cama y entonces entraron Ale y Ricardo.

— ¡cambio de planes! — Dijo Fer mirándolos — ustedes duermen en la cama y nosotros abajo — ellos solo asintieron. Fui a mi maleta y saque mi pijama, toque la puerta del baño, Fer se asomó con el cepillo de dientes, al verme me dejo entrar, él estaba en pijama, bueno solo con el pantalón de la pijama.

Fernando y yo llevábamos una relación de un año y seis meses, la confianza a este punto era mucha, así que ya no nos importaba vernos en ropa interior.

— Voy a ver que no necesiten nada los demás — me beso la cabeza y salió del baño, me lavé los dientes y limpie mi cara. Salí y vi a Ricardo acostado en la cama con el celular en sus manos, y Ale entro al baño.

— veo que ya es algo serio, ¿para cuándo la boda? — dijo sin dejar de mirar el celular lo mire mal.



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