El cielo de un momento a otro se había nublado y por lo vista estaba por caer una gran nevada.
—No podremos salir con la nevisca que está por venir—
—En ese caso creo que será mejor que se queden por hoy en la casa—propuso Sebastián mientras observaba el camino que habíamos realizado de la casa hasta los jardines.
—¡Joder!, en ese caso nos llamaran la atención después, pero es mejor esperar un solo dia a congelarse en medio de nuestro regreso.
—¡Frederick, mal hablado!—le espete con el ceño fruncido y con un tono igual al que hace una anciana o una madre cuando dices malas palabras.
—Está bien, regresemos a la casa, ya discutiremos acerca de la inquisición de las malas palabras—contestó en tono de burla y fastidio, mientras caminábamos y los demás platicaban.
—Así que, mil y un jardines, suena impresionante si no fuera porque solo son setos gigantes, eso fue todo lo que pude ver mientras buscábamos a Roxana—vaya que la paciencia no se daba ni se mostraba en Estela, la cual solo miraba los grandes arbustos cubiertos por pocas flores.
—Bueno, eso dependera de tu convicción—le respondió terminando con la conversación.
El silencio duró hasta llegar de nuevo a la casa, en la cual la mujer solo se asomaba por la ventana de al lado de la puerta, la cual nos vio de una manera extraña, o a mi, a mi parecer.
—¡Listo, por fin la encontramos!, se hallaba en el jardín de té, pero al fin la encontramos.
—Muy bien, tus hermanos y los demás niños ya han regresado, y por cierto, la nevizca llegara pronto, y lo mas probable es que no puedan regresar hoy al menos a sus casas, pero no se preocupen, le pediré a Sebastian y a mis otros hijos que acomoden las demás habitaciones para que se puedan acomodar por hoy—anuncio la mujer la cual volvió ha hacer la sonrisa que parecía leída, como sacada de un libro—mientras que la cocinera y yo preparamos algo para la cena, mi esposo ya deseara comer, y supongo que ustedes también.
—Aceptamos la oferta pe...
—¡Por supuesto, muchas gracias!—me interrumpió Frederick en un intento de callarme y molestarme.
—Excelente, ¡Celia!—gritó la mujer con voz estridente y profunda.
—¿Sí madame?—entró a la sala una mujer con traje de sirvienta, de mediana estatura y con el pelo recogido y algunas ojeras.
—Haremos una cena para varias personas, así que ve preparando ingredientes.
—Como desee—la sirvienta se retiró de la habitación.
—¡Thomas, Helenas, Sebastián!—volvió a gritar la mujer.
—Mamá, estoy aquí—le respondió su hijo con una gran obviedad.
—Vayan y arreglen todas la habitaciones, esta noche tendremos varios invitados.
La mujer saludo al que parecía ser su esposo, mientras los demás veían si podían ayudar o simplemente se sentaban.
—Bien, ¿Cuántas veces te he dicho que no uses malas palabras?—le susurre, mientras le recriminaba y fruncía el ceño otra vez.
—Y volvemos con lo mismo, ¿Que no el periodo de la Inquisición Capenozoica ya había sucedido?, pues al parecer no, solo dije una sola "Mala Palabra".
—No me vengas con eso, encima de que aceptaste la comida como si estuvieras en tu propia casa.
—Jaja, inquisidora de las malas palabras y la comida—se burló.
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La casa de los mil y un jardines
Misterio / Suspenso-Las apariencias engañan, no debes ni debiste confiar en desconocidos...