Un dolor punzante cruzaba mi cabeza. A penas podía mantenerme en pie.
Un grito desgarrador salió por mi garganta.
"Ven con nosotros" "Acá eres nada, no eres nadie" sus voces rebotaban en mi cabeza.
"Déjenme en paz!" grité desesperado.
"Ella ya no te ama, es feliz con otro"Solo esas palabras y sus voces bastaron para que Michael se rindiera.