Capítulo 4

4 0 0
                                    


Esa noche había decidido no preguntarle a Leonardo por qué lloraba. A fin de cuentas no éramos cercanos, es más ni siquiera éramos conocidos, y no me debía importar. Luego de hablar por un largo rato, intercambios teléfonos, lo hacíamos por si se nos ocurría volver a vernos alguna vez. Yo presentía que ninguno de los dos lo haría... o por lo menos yo no.

- ¿Hola?

- Si, Ángel qué tal. Soy Leo.

- Leo... Leo... Leo... - me salía muy bien hacerme el estúpido – Ah! Leonardo. ¿Cómo estás?

- ¿Tan fácilmente te olvidaste de mi voz? - eso sería imposible.

- La verdad es que suena distinta cuando no lloras – creo que me había excedido.

- Andas de buen humor hoy. Me alegro por eso – yo me alegro de que llamaras - Oye te llamaba porque quería saber si querías venir conmigo a tomar un café.

- ¿Un café? qué aburrido Leonardo – sí, sí y sí quiero – pero no habiendo más que hacer, creo que probablemente acepte tu invitación.

- Vale, está bien. Prometo no ser aburrido en lo más mínimo, no te vas a arrepentir.

Destino 1, Ángel 0. Me había equivocado. Sí llamó y me quería ver. Quería hablar, para mí eso bastaba.

- ¿A dónde vas tan afanado?

- Me voy a ver con alguien.

- ¿Y ese alguien merece que estés tan apurado como para no despedirte de tu madre?

Odiaba que mi mamá me conociera tanto.

- No sé si lo merezca, simplemente sabes que no me gusta llegar tarde.

- Oh sí, sí. Ángel Arango dándole lecciones de puntualidad a la aburrida de su mamá.

- Ya sabes, todos los días se aprende algo nuevo.

- Me sorprende que estés feliz.

- Mamá... es un amigo.

- Entonces me sorprende que estés feliz por un amigo.

Mi mamá nunca se dejó de comportar extrañamente especial desde el día en que decidí confesar que me gustaban los chicos. Bueno, no necesariamente fue una confesión, se lo terminé confirmando.

- Mamá... ¿sabes?, creo que me gustan los chicos – estaba realmente pálido.

- ¿Crees? ¿No estás seguro?

Con ese tipo de respuesta, probablemente iba a terminar en una correccional.

- Pues sí, soy lo que llaman gay.

- Está bien.

- ¿No vas a decir nada más?

- ¿Qué quieres que te diga específicamente?

- No sé mamá. Que me vas a encerrar en una torre, me vas a quitar mi celular o que me vas a llevar a un terapeuta para que trate esta "confusión".

- ¿Crees que estoy tan loca?

- PrecMaiamente no loca, pero es lo que la mayoría de gente haría al enterarse de algo así.

- Entiendo...

- ¿Entonces?

- Ángel lo único que te puedo decir es que no debes dudar lo que eres, simplemente serlo. Siempre seremos felices sin importar lo que seas y a quién decidas amar. Amar es el arte más bello que nos dio la vida y dejaría de ser bello si tuviese fronteras.

Definitivamente amaba a mi mamá.


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 20, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El chico del andénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora