Treinta y Cinco.

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Abrí mis ojos, estaba todo borroso, parpadié unas cuantas veces y me senté en la cama, miré al rededor, este no era mi cuarto, cuando volví a desviar mi mirada vi a Darío dormido en el sofá de la habitación, en ese momento recordé lo que pasó ayer y cerré mis ojos respirando hondo tratando de tragarme el llanto.

Nuevamente miré al rededor, era una habitación muy ordenada, tenía una repisa con libros y una pequeña maceta con un cactus, miré el escritorio, estaba en él exparcido hojas y unas carpetas puestas encima, habian lapiceros y una pequeña lámpara, volví mi mirada a Darío, él seguía dormido, "¿Qué me pasó ayer?" Me preguntaba.

Me puse de pie y fui con él, lo moví un poco para que reaccionara y él de a poco abrió sus ojos, me miró y sonrió un poco, se estiró y se sentó.

- Lo siento, ayer me quedé hasta tarde esperando que despertaras.-

- Por cierto, ¿Ayer me desmayé o algo?-

- Te desmayaste de la nada mientras te abrazaba, estabas así por el frío.-

- ... Ya veo.- Miré a otro lado.

- También tienes llamadas perdidas de Lean.-

- ... - Al tan solo escuchar su nombre me produjo un dolor en el estómago.- Hmm ...-

Darío me miró y dijo.

- ¿No lo llamarás de vuelta?-

- No.- Respondí fríamente.

- Ah, bueno...-

Aunque quisiera olvidar las palabras de Lean sobre Darío no podía, respiré hondo como queriendo agarrar coraje y lo miré.

- Darío ... - Continué.- ¿Es verdad que Adriana y tú habían planeado todo esto?

Darío me miró con sus ojos abiertos, con esa expresión ya todo se supo, miré a otro lado ya decepcionada, él se levantó y se sentó en el borde de la cama.

- Conny ... De eso quería hablarte.- Dijo con voz tranquila.

Lo miré frunciendo el ceño, ya no sabía que creer, era todo confuso.

- Realmente tú ... - Y el tono de mi teléfono interrumpió el diálogo.

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