Prologo

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23 de junio, 1999

Una joven caminaba alegremente con su hijo por las calles de aquel viejo pueblo. Sus largos cabellos negros se movían con el viento y sus ojos miel brillaban con una intensidad pura que solo ella podía brindar. Salió de casa, aburrida de todas aquellas noticias sobre fenómenos y de su expansión por el mundo, y se dedicó a pasear a su pequeño que cumplía aquel día tres años. Agradeció mentalmente que ese día las calles estuvieran desoladas; no soportaba las miradas de pena y decepción de los habitantes del pueblo. Ellos no entendían que ella era feliz con su bebe, a pesar de haberlo tenido a los 16 años. Se había equivocado, si. Pero podía sostenerse y darle una buena vida a su niño.

- ¿Falta mucho mami? - pregunto el pequeño de cabellos negros.

- No, cariño. Ya casi... -fue interrumpida por una sucia y gruesa mano que agarraba su abdomen mientras la otra tapaba su boca, halándola hacia un oscuro callejón.. Alejándola de su pequeño.

Forcejeo y pataleo con todas sus fuerzas mientras sentía como la adentraban más a aquel sucio callejón. Aquel hombre robusto la tiro bruscamente, haciendo que su delicado cuerpo chocara contra el piso. Asustada levanto la vista, mirando a tres hombres fornidos, llenos de grasa y mugre. Dos de ellos estaban cerca de ella, mirándola con recelo, el otro se mantenía apartado fumando un cigarro.

-Oh, ¡Pero si es Julieta! - dijo uno de los hombres, llevaba el cabello rapado. Sonrío mostrando una hilera de dientes amarillos. Era Raffaelle, el italiano ex empleado de su padre - ¡Alégrate! Pronto no tendrás que cuidar de ese pequeño insecto. Todo terminara aquí - Agrego con una sonrisa cínica.

Julieta contuvo el llanto tratando de asimilar todo lo que estaba pasando, pero su cabeza estaba en blanco-Pero, claro. Ese favor se paga con... - Agregó, soltando una carcajada. La joven sudo frío al sentir las manos de aquel hombre toquetear sus piernas. Repulsión, ganas de morir, quizás más cosas.

- ¿Mami?- una voz la saco del trance. Su mirada paso al cuerpecito del niño. Su hijo temblaba del miedo, mirando asustado la escena que se estaba desarrollando en aquel momento. Un hombre - El más joven - se acercó al chiquillo.

Su mundo caía a pedazos.

- Vete, pequeña rata - La mano de él se estrelló contra la mejilla del chiquito. Cayó al suelo mientras llamaba a su madre tembloroso.

- ¡No! ¡Mi niño no! - suplicaba la joven con desespero.

- ¡ Calla! - dijo el hombre que le sostenía el vestido, dándole una fuerte bofetada. La mujer doblo la cara y aulló del dolor mientras el hombre halaba más su vestido de seda. Se rompió, dejando al descubierto sus piernas.

De lejos vio que su niño se levantaba con el ceño fruncido. Una lagrima rodó por su mejilla y deseo que se fuera, que no la viera indefensa. Pero... - ¡Dejen a mi mamá! - Grito este con fuerza. De su pequeño cuerpo empezo a emanar una luz azulada. Era fuerte e iluminaba cada rincón del callejón.

- ¿Pero qué...?-clamo el tipo que se mantenía apartado, frotándose los ojos y soltando el cigarro. Todo se veía tan irreal.

- ¡DEJENLA! - grito el niño a todo pulmón mientras aquella luz se intensificaba e iba a toda velocidad hacia los hombres. Julieta solo supo mantenerse inmóvil mientras todo pasaba con rapidez frente a sus ojos. Solo escucho los gritos lastimeros de aquellos abusadores mientras la bola de energía los consumía. Se levanto temblorosa, mirando a su hijo como si no fuera el. ¿Cómo es esto posible?

-¿Ma-mami? -el niño parecía confundido, Se encogió y empezó a llorar desconsoladamente. La joven corrió hacia él y lo abrazo fuertemente, llorando silenciosa- Mami ellos querían hacerte daño. - Repetía entre llantos - Mamita...

Ella solo supo abrazarlo con más fuerza. Según decían en la televisión, después de las bombas nucleares que lanzaron en aquellos días, muchas personas empezaron a tener capacidades inhumanas. El gobierno siempre decía que estas eran peligrosas para el mundo, y las encarcelaban. Los chismosos decían que los torturaban. Su pequeño niño...

- No mi amor - Lo separó de ella para mirarlo mejor. Todo en él era normal. Desde sus ojos dorados hasta... Se espantó al ver una marca en su piel blanca. Disimulo toda emoción negativa y le sonrió a su niño - Yo te protegeré. No dejaré que nada malo pase, pero debes prometerme algo.

- ¿Qué, Mamita?

- Nadie se debe enterar de esto. Nadie, ¿me lo prometes, corazón?

Hola gente bonita!!

Esta es mi primera historia

Espero que les guste

HannyDanny62

-TheLoveIsNotReal-

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