La Luna y el Gato (Pre estreno)

(4) Capitulo 4: Inocencia

La inocencia fue quizás mi perspectiva más atractiva que vivió conmigo desde la juventud. En el inicio solo contaba con poca experiencia, lastimosamente era una experiencia que no determinaba entre lo justo y lo inmoral. Y es que el caos emocional era mucho más fuerte y termino casi aplacando todo rastro de positivismo. Comenzó, desde que crecí y la aflicción emprendió atraparme como un clima cambiante, de un instante a otro...

De dirección en dirección, Los autos pasaban a una velocidad tan rápida que el sonido del viento se fundía como un sable que había sido desenfundado por el más experto guerrero. Entre un cielo sin sol, un enorme silencio, arboles que danzaban en verano, una mujer al volante, y nuevos rostros que hacían guardia en sus balcones; diría que así fue mi bienvenida a mi nuevo hogar.

La puerta se abrió, rechinando de lo vieja que estaba, dentro de esta, varios aguardaban por aquella mujer, entre risas y demás fue recibida. Sus labios hicieron contacto con los de un nuevo hombre desconocido: alto, delgado, cabello castaño a la par de su cuello y una refinada simpatía que cautivaba a todas las mujeres presentes.

En el fondo del hogar se sentían pequeños golpes, (justo en el segundo piso), que a cada segundo se hacían más fuertes, hasta que finalmente de una de las escaleras que conectaba con dicho piso, salieron dos sujetos de edades sumamente idénticas a la mía; solo que esta vez, no eran más que niños.

Aquellos niños gozaban de ojos resplandecientes, con iris que tenían quizás la cantidad exacta de melanina, tal cual que era imposible no ver el reflejo de su inocencia. Más allá de una mirada párvula, sus brazos dieron un estirón justo hacia mi ubicación. (Ahora que lo pienso no sé si era el miedo que se abría paso por cada diminuto fragmento de mi pelaje, o mi primer recuerdo de un contacto físico con alguien más). En ese momento la más grande prueba de mi inocencia fue que mi gaveta parecía encogerse y sus manos parecían expandirse, y sí, quizás mi forma de juzgar a primera vista, era a través de  la aversión.