II

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"La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre."

-Friedrich Nietzsche.

VIERNES 26 DE AGOSTO

Camino lentamente en dirección al psicólogo, ya todos los viernes es casi un rito para mí, pasar por la misma calle y dejar la caja de jugo en la misma parte de un callejón, lo curioso es que nadie lo limpia, hay unas 7 cajas aproximadamente, ahí a plena vista, nadie lo limpia, y yo solo me esfuerzo en empeorarlo todos los viernes.

A veces me duelen los oídos con la música tan alto, pero me gusta el hecho de que nadie te moleste cuando está a todo volumen, es como si llevaras un gran cartel de "No me hables, no tengo 100 pesos para el pasaje y no ando de buen humor (nunca)" aunque no falta la persona que ni le importa lo que estás escuchando, se cree con el derecho de interrumpir así sea la mejor canción del mundo. En fin, mis oídos están a punto de explotar y últimamente miro mucho al piso... aunque no me gusta. Cuando tenía 10 años, mi mamá me presentó a un amigo suyo que era arquitecto, ibamos por la calle y el le dijo "Tu hija mira mucho hacia arriba, eso es de arquitecto. Siempre pensando en planos y dibujos sobre el cielo", eso me llegó. Cualquier adulto al conocer a los hijos de alguien dicen "que lindo", "que grande", "que atento", pero el dijo eso. Y ahora yo estoy caminando, mirando al suelo. Que vergüenza para mi yo de 10 años.

Llegué al fin, toco y entro. Como es de costumbre Miguel me tiene un café listo frente a mi silla, últimamente he empezado a pensar que es mi único amigo, a pesar de que se le paga por serlo.


-¿Cómo estas?- dijo con su típica sonrisa, acomodándose en su asiento.

Tomé la taza de café en mis manos, y cerré los ojos un momento antes de responder, dejando que el vapor me inundara levemente. Abrí los ojos y tomé un sorbo.

+Bien, ya sabes, como siempre.

-¿Como siempre?

Suspiré.

+Soñé con ella, 4 noches entre el viernes pasado y hoy.

-Bueno, 4 noches no es toda la semana.- dijo intentando convencerme de que no estaba obsesionada- aún hubieron otros sueños entre medio...

Volví a suspirar y lo miré.

+Las otras noches no pude dormir.

Tomé un sorbo de mi café.

-Bueno... ¿quieres hablar de los sueños?. Cuéntame, ¿cómo fue el de la primera noche?

+Ella era mesera de un café.

-¿Con piernas?

Reí y levante una ceja, al fin había caído mi máscara de seriedad habitual.

+Ya quisiera yo.

Rió y me hizo un gesto indicando que siguiera.

-Sigue, por favor.

+Bueno, ella era mesera y yo era un cliente. Ni siquiera hablamos, era una conversación entre gestos, miradas y un secreto. Aunque en el sueño supuestamente no la conocía. Me sirvió un café y me sonrió, me preguntó si quería azúcar y endulzante, yo dije "azúcar" obviamente, intenté fingir desinterés... pero en cuanto saqué el libro que llevaba en la mochila ella volvió a mi mesa, giró la silla en frente mío, se sentó con una pierna a cada lado de esta apoyando sus hombros en la punta del respaldo, ahí nuestra conversación no verbal se volvió verbal. Me dijo "Me encanta ese libro" y sonreía. "A mí no" le dije y su sonrisa se borró.

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