Capitulo 2. Sin sobrevivientes

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Regrese a la guarida del este por el resto de mi equipo, me puse a estudiar el mapa y la información extra que me dio el Rey, si iba hacer esto necesitaba tener cubiertos todos las vías de entrada y de escape. La zona del sur era peligrosa, necesitaba estar prevenido ya sea por si aparecían los Guardianes, o incluso los muertos.

Me pase toda la tarde estudiando y preparándome, y cuando el sol se ocultó supe que era la hora para ir a cumplir con mi misión. Me puse lo que faltaba de mi armadura; las hombreras, rodilleras, un chaleco blindado que le quite a un soldado en mi camino hacia la ciudad, y me puse encima la única prenda que me quedaba de mi vida anterior, una chamarra con capucha.

Sola me faltaban mis armas. Un par de pistolas SIG-Sauer P228 de 9mm, mas aparte el arco y las flechas, esta vez necesitaría del resto de las flechas para hacer el trabajo más fácil. Las flechas explosivas. Se supone que esto lo debo hacer en silencio, pero las cosas no siempre salen de acuerdo a lo planeado, así que no caía mal llevarse esas flechas, mas aparte unas cuantas granadas, bombas de humo, y bombas de gas venenoso lo suficientemente fuerte como para matar a más de 10 hombres. Agarre mi mochila, contenía unos binoculares, una linterna, bengalas, un kit médico, municiones y agua. Estando listo y preparado, salí de la guarida y emprendí mi rumbo a la zona sur. Había 5 puntos marcados en el mapa, cada uno tenía más o menos la misma cantidad de recursos y guardias, excepto el punto 3; solamente tenía 1 guardia. Era extraño, ¿Por qué dejarían a un solo guardia?, sabiendo que el Rey y los Guardianes estaban detrás de ellos. Me gustaría ir a descubrir eso primero pero es el punto más alejado de donde me encuentro. Asi que por desgracia tendré que dejar ese al final.

Recorrí gran parte de la zona de cuarentena hasta que por fin llegue a la zona sur de la ciudad. Llegue a mi primer punto, los recursos estaban escondidos en una especie de tienda, al estar cerca del lugar cogí los binoculares y eche un pequeño vistazo a ver a que me enfrentaba. Custodiando la entrada estaban 2 guardias, la puerta estaba cerrada, por dentro parecía que había un poco de luz, distinguí 3 sombras, la lista estaba en lo correcto, 5 guardias protegiendo el lugar.

La única luz era la que provenía de la tienda, una luz muy tenue. Gracias a ello me pude acercar más y más para acabar con ellos. Me escondí en el callejón de la esquina, tome una botella y la arroje al fondo del mismo callejón, esperando que uno de ellos fuera para investigar el ruido, y en efecto; empecé a escuchar pasos que se acercaban más y más, cuando por fin dio la vuelta y entro en el callejón no me contuve y saque mi cuchilla del brazo izquierdo, lo sujete con mi brazo derecho y le tape la boca para que no gritara y justo en ese momento le encaje la cuchilla en la garganta. Una perfecta forma de matar, una muerte instantánea. Uno menos, quedan cuatro. Aunque fue por solo 1 segundo, sentí como la muerte se iba apoderando de su cuerpo, como una vida se esfumaba entre mis manos, era algo...que no se puede explicar a detalle, se decía que cuando uno mataba, el peso de la muerte lo llevaría consigo el resto de su vida, es extraño...he matado a muchos hombres y mujeres pero nunca he sentido el peso de la culpa. Cuando lo deje en el suelo, lo remate acuchillándolo en la cabeza para evitar que regresara de entre los muertos, se decía que todos estábamos infectados, y que al estar muertos, el virus reanimaba el cerebro para que el cuerpo siguiera en pie. Había que destrozarles la cabeza.

- ¡Hey Josh!, ¿Qué era ese ruido? - Mierda, el otro guardia por poco y ni me acordaba de él.

Empecé a escuchar pasos, se estaba acercando, iba a caer en la misma trampa. Era la ventaja de usar este método, y el resultado fue el mismo. Una garganta y cabeza derramando sangre. Solamente faltaban los tres guardias de adentro, las ventanas estaban cubiertas lo suficiente como para que nadie pudiera entrar o salir, lo único que salía era la luz de su interior, la única manera de entrar era por la puerta, agarre una bomba de gas venenoso, abrí la puerta y la arroje sin voltear a donde había caído. Detono al instante y empecé a escuchar a 2 mujeres y 1 hombre gritar, como se estaban ahogando por el propio veneno, uno de ellos llego a la puerta y logro salir. Justo lo que yo quería.

Era una mujer que salió arrastrándose, los otros dos parecía que ya habían muerto. La ultima sobreviviente, desplomada totalmente en el suelo, el veneno no tardaría mucho en acabar con ella, pero creo...que mejor prefiero hacerlo yo.

- Te felicito, muy pocos son los que logran aguantar mi veneno aunque sea por solo unos pequeños instantes. - La mujer volteo hacia mí, toda asustada, casi sin poder respirar.

- ¿Quién...quien eres... tú? - Pregunto ella, lo que no sabía es que esas eran sus últimas palabras. Me acerque a ella, me agache y puse mi mano sobre su cabeza, accione el gatillo que libero el seguro y la cuchilla salió para perforar su cráneo.

Listo, 1 punto recuperado junto con 5 personas muertas, solamente necesitaba acabar con los otros 2 que estaban dentro de la tienda, necesitaba esperarme a que el veneno se disipara un poco más. Al cabo de unos minutos, cogí un paliacate que traía la muchacha y me lo puso para evitar respirar el gas de adentro. El veneno era muy fuerte y tomaría mucho tiempo para que se disipara por completo.

Al entrar vi los dos cuerpos casi cerca de la puerta, parece que habían empujado a la otra muchacha para que pudiera salir. Debo admitir, esa clase de compañerismo no se encuentra mucho en estos días. Ahí estaban los recursos del Rey al fondo de la tienda, una autentica montaña. Al estarme acercando, escuche un ruido detrás de mí y rápido saque mi pistola y apunte. Eran los hombres del Rey con máscaras anti-gas.

- Déjate de pendejadas y sal de aquí, nosotros nos ocuparemos de esto.

- Muy bien, solamente les digo que el punto 3 será el que me quede de acuerdo al trato del Rey. Por cierto, necesitare uno de sus transportes para llevarme lo que es mío.

- Me vale madre tu acuerdo con él, haz lo que se te ordeno y listo. Ah y si te atreves a hacer alguna tontería que ponga en peligro a nuestro Rey, yo mismo te matare. - Je, se nota lo fieles y serviciales que son sus hombres.

- Créeme que de enemigo no me quieres tener. ¿Matarlos? No me hace faltan ganas para hacerlo, pero si lo hiciera ¿quién le llevaría estos recursos al Rey?, mejor eso se lo dejos a sus estúpidos sirvientes. - Y como siempre buscándome problemas con la boca, pero me da igual. Siempre eh estado acostumbrado a los golpes. Sin más que decir, y en medio de una tensión sorprendente, partí a mi siguiente objetivo.

La noche paso rápido, y tan solo me faltaba el punto 3. Los demás puntos fueron más fáciles de lo que pensé, tan solo gaste una bomba de humo y otra de gas venenoso para acabar con todos, no presentaron mucha resistencia, en un solo punto los enfrente directamente, pero...algo andaba mal. En ese punto me enfrente a simples adolescentes, de entre 14 y 16 años. Un poco mas jóvenes que yo. Se suponía que entraría por la puerta y empezaría a disparar y matar sin piedad como debía, pero al entrar ellos empezaron apuntar sus armas contra mí. A todos y cada uno les temblaban las manos, uno de ellos incluso estaba llorando al momento. Tenían miedo... parecía que nunca habían tenido que hacer esto...matar.

Les di una "oportunidad", los dejaría marcharse sin más que decir. Se reusaron a irse, a pesar del miedo dijeron que su deber era proteger el lugar no importa lo que cueste. Uno normalmente los dejaría ir, mostrando piedad y misericordia.

- ¿Saben cuál es la diferencia entre Dios y yo? - Les pregunte.

En ese momento uno de ellos se acercó para intentar que me fuera, cuando estuvo lo suficientemente cerca lo golpe y lo tome como rehén. Saque mi pistola y le dispare a los otros 4 matándolos en el acto.

- Dios tendría misericordia...Yo no. - Le dije al muchacho antes de matarlo.

Lo ultimo que quedo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora