cinque

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Me he acostumbrado a no quejarme y a no molestar a mamá y a papá con tonterías. Me he acostumbrado a resolver las cosas por mi cuenta: arreglar juguetes, a llevar las tareas al día para no quedarme estancada en clase... Nunca he pedido ayuda con el colegio. Nunca han tenido que recordarme que acabara un trabajo ni que estudie para un examen. Si me bloqueaba en una materia, me iba a casa y me ponía a estudiar hasta que acababa por entenderlo. He hecho todos los trabajos del colegio yo sola. Cuando mis padres me preguntaban cómo me iba, siempre decía que bien, aunque no siempre me hubiera ido tan bien. Mi peor día, mi peor caída, mi peor dolor de cabeza, mi peor moretón, mi peor llanto, todas las burlas, mis heridas y cicatrices, todo lo peor que le pueda ocurrir a alguien o incluso todas esas cosas por las que te tienes que sentir orgulloso, qué ganas de contarles a mis padres sobre mi primer diploma, mi primera estrellita, mi primer 10 en matemáticas, todo, absolutamente todo, me lo guardaba para mí.

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