Entonces descubrí la verdad.
"Aquello que no te mata te hace más fuerte" dicen algunos. Y aquel día no morí, pero no me hice más fuerte. Aquel día, recuerdo bien, perdí todas las fuerzas y caí al suelo devastada, sin ánimos de seguir adelante y solo me bastó un segundo para darme cuenta lo rota que estaba.