"Tienes...ahora. Un sueño... No... Nunca más. Tienes... las líneas...
Ella... No pudimos ayudarla... El futuro... El destino... Es...
Cambiar... Elliot... Salvarnos...
Al ángel, a la bestia, a la sacerdotisa, al caballero...
A la niña... A la puella...
Tienes que hacerlo, Elliot... Sálvame... Somos... la... entidad, ... persona.
No permitas que la oscuridad nos haga esto.
... ¡Doyle!"
Del sobresalto poco le faltó para golpear la cabeza contundentemente con el pupitre; pero fue capaz de alzarla y de erguirse con la respiración ligeramente acelerada. Si había algo que le asustaba más que aquella voz fantasmal, aquella que lo atormentaba en sueños y le impedía el descanso, era la mirada exasperada y hosca de la profesora de informática. Quedarse dormido de repente no daba buena impresión a nadie, sobre todo teniendo en cuenta que aquel era su primer día de clase. Sabía de sobra que aquello no era para nada adecuado y que lo que tocaba ahora era una expulsión.
Escuchó risas desdeñosas cerca de él y miró a su alrededor para contemplar las caras de sus compañeros, unos felices de contemplar un espectáculo capaz de parar una aburrida clase y otros que no se explicaban cómo alguien era capaz de tener tan poca vergüenza como para dormirse. Sentía la mirada de todos ellos, sumadas a los ojos de la profesora, entornados y contemplando al joven con expresión adusta.
—Lo siento...
Murmuró y no pudo evitar sonar como un niño pequeño. Una nueva risa volvió a sonar por su izquierda, protagonizada por un grupo de chicos que cuchicheaban y miraban a Elliot con sorna. La profesora negó con la cabeza mientras despegaba los labios lentamente. Su gesticulatura se relajó por unos segundos y en su expresión ya no había la indignación de hacía unos segundos, sino una especie de pena y empatía.
—Estate atento la próxima vez, ¿de acuerdo?
Elliot asintió y de repente el murmullo de los otros chicos desapareció como si un hechizo los hubiera dejado mudos. Volvió a bajar la mirada hacia su libreta, donde apenas se encontraban apuntados unos cuantos conceptos básicos en letra temblorosa y apresurada.
Para el muchacho la escuela era un infierno. Cada día de clase era un martirio y la ansiedad que el edificio y la institución le producían se afianzaba cada vez más con los años.
Cuando tenía diez años simplemente era un malestar producido por malos recuerdos. Comenzó a perder aquellas amistades que tanto le había costado estrechar, solo porque pasó de ser un chico tímido a un chico que nunca mediaba palabra en la escuela. Pasó de ser un chico que no destacaba por su normalidad a uno que lo hacía por su silencio. Su aspecto de oveja descarriada le trajo muchos problemas.
A los once años comenzó a encontrarse mal con más frecuencia. Su asistencia, que antes era impecable, fallaba cada vez más con la excusa de dolores de cabeza o de barriga. Fue llevado infinidad de veces al doctor por exigencia de su padre y después de mil y un exámenes médicos que todos llevaban a la misma conclusión, se dio un veredicto: fobia escolar. A pesar de ello, su padre siempre lo recogía de la escuela casi desganado, debatiéndose entre su deber como tutor legal y su preocupación por la ansiedad de su, ahora, único hijo.
A los doce años llegaron los trastornos de sueño y comenzaron las pesadillas. Llegaba cansado a clase y su rendimiento fallaba cada vez más. Al principio solo podía descansar los días en los que sabía que no tendría que ir a ese horrible lugar. Y sin saber por qué, las pesadillas tomaban forma. Tampoco entendía por qué una voz onírica y familiar era capaz de atormentarlo tanto. De solo pensar en ella comenzaba a sudar frío y no había visto ninguna clase de monstruo. Quizás, y solo quizás, era porque perfectamente podría ser real. Al principio solo era ruido, mera estática que al final acababa recordando al despertar como un efecto extraño de su mente. Más tarde comenzó a tomar forma humana: respiraciones, suspiros, una voz. Pero nunca palabras.
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Nuevo mundo. Caelum.
Fantasy« Ella me dijo una vez: -El futuro es inevitable, mas el destino no lo es. Y oh, pobre de mí, que no la escuché » La vida de Elliot se rompió en mil pedazos cuando perdió a su hermana tras un extraño incidente que no alcanza a recordar, causa de la...