4: El mundo gira alrededor del Sol no en ti.

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Al bajar del auto lo primero que llamó mi atención fue el color de la casa. Azul.

Un azul que evocaba recuerdos, tanto buenos como malos. La fachada de la casa seguía siendo la misma y las petunias de mamá estaban intactas.

No me sorprendería que el jardín de atrás estuviera igual. Mamá siempre cuidaba su jardín, estuviera ocupada con el trabajo o de vacaciones. Era una cualidad de ella que ciertamente extrañaba.

-Lindo. -murmuró Liam a mi lado. -Creo que me llevaré unas petunias para el departamento.

Reí. -Concuerdo contigo.

-Será mejor que toquemos el timbre. -dijo Louis acercándose.

Con asentimiento de cabeza, Liam y yo nos acercamos a la puerta. Dispuesta a tocar el timbre, la puerta se abrió dejándome ver los ojos verde mierda de Nick.

-Vaya, vaya. Si es la pequeña Ryder. -dijo sonriendo arrogante. -¿Me extrañaste?

-Si te refieres a que extrañe el golpearte e ignorarte continuamente. Si. -respondí.

Mis hermanos rieron mientras que Nick solo gruñó. Nick era el típico chico guapo que se follaba a todas... y, por desgracia del mundo y lamentablemente, mi ex.

Sí. Escucharon bien. Mi ex. Déjenme remontarlos a la vieja vida de Skylar. Cuando era una pequeña e inocente para nada agresiva Skylar Reynolds.

Hace unos años, unos tres exactamente, Nick era mi amor platónico. Lo seguía en Twitter, en Instagram... estaba loca por él.

Claro estaba que él nunca me iba a poner atención. O eso creía la ingenua Skylar. Un día el chico de ojos verde mierda se acercó a mí y me sedujo.

Salimos unos días y llegó lo que tuvo que llegar. Nos hicimos novios .Ya para cuando íbamos a cumplir casi cinco meses, el idiota me engañó con mi compañera de biología

Sí, lo sé. Súper cliché, pero así fue como terminé con él con una buena patada en sus partes íntimas.

Desde ese día mi corazón late por él... y no. No porque aún lo ame, no mis tamaleros. Late por el sentimiento de odio y querer matarlo.

Lástima que el maldito sea querido y respetado por mis padres.

Y hemos aquí. Fulminándonos con la mirada.

-¿Quién es, Nick? -preguntó una dulce voz.

Tanto Nick como yo nos relajamos. Mientras él se hacía un lado para dejarnos entrar, yo me quedé estática al ver a la mujer que me había dado a luz.

-Skylar... -murmuró con alegría.

-Mamá. -murmuré.

Con lágrimas a punto de salir y con lo poco que podía, corrí hacia ella y me tiré en sus delgados brazos. Ya no me importaba Nick o siquiera mi padre.

Ahora solo quería estar con mi madre y recordar su aroma.

-Dios, te he extrañado. -murmuró. Supe, en ese instante, lo mucho que me hacía falta.

-Yo igual, mamá. -respondí con la voz entrecortada.

Al separarnos, los pulgares de Leah Ryder limpiaron mis lagrimas. Con una sonrisa le agradecí el gesto y me adentré más a la casa.

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