UNA DESPEDIDA
Estoy en la sala (todo está en calma) solo el sonido del ventilador me acompaña, la luz del sol penetra por las tres ventanas a mi izquierda, y calienta mi alma mientras la espero a ella.
Ella, soñadora porque odia vivir en la realidad.
Yo, duro, enfrentado a la realidad porque odio soñar.
La puerta rechina, debe ser ella, los latidos de mi corazón se aceleran al oír cada paso acercándose.
-¡Hola! (saluda ella con una enorme sonrisa) se acerca y me abraza.
-Hola, solo vine a decirte que partiré de nuevo.
(La expresión de su cara cambio)
-Las reglas siguen, dijo, si eres feliz yo lo seré, si quieres marcharte eres tan libre como el primer día que llegaste.
no dijo nada más y se marcho, no quise detenerla.
Me gusto que hubiese sido dura, aunque ya en la puerta se escuchaban sus sollozos.
