Coches negros.

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Una visita inesperada, una frase descarada fue el inicio del final. Continúo el rechazo y la humillación mientras disfrutaba de nuevas experiencias las cuales iban acompañadas de besos asquerosos y paseos en coche negro. 

La decepción y el aburrimiento concluyeron en una mala decisión, en sí, la peor.

Un texto y una llamada acordaron la cita. El bar ahora restaurant está lleno y lo reconocieron, algo malo porque es prohibido, aunque el secreto era exquisito.

Un coche negro perfumado me trae a la memoria un difunto amor, evado el recuerdo.

Una autopista y gasolina nos llevan a un motel, mi cabeza es un mar de pensamientos.

Una ducha y una promesa de lavar bien lo que comeré me deja pasmada y me dan ganas de correr, decido tomar una ducha individual, antes de entrar al baño le permito un vistazo de lo que será el postre, el toca mi vagina y mis ojos quedan en blanco.

Bajo la ducha tarareo una alabanza como quien reza antes de cometer un gran pecado, el miedo regresa pero mi demonio interno lo apacigua.

-Después de todo no será algo diferente a lo que ya sabes, no temas.- Susurra desde mis adentros.

Abro lo puerta y entro a infierno. Él besa mis senos y me pregunta si me gusta, yo no respondo.

Me arranca la ropa interior y me lanza a las llamas. Baja a mi entrepierna y me besa dentro, yo finjo placer. Se detiene y pide que me siente para besar la suya. Siento que todo se torna gris a pesar del colorete de la habitación.

Él dice que le gusta, yo me pregunto ¿porque no se calla? habla demasiado, y aunque sus besos son buenos sus gemidos son un tormento. Me retira de su sexo con el argumento de querer meterlo y lo hace a mis espaldas, yo lo observo por el espejo del costado derecho casi puedo tocar su placer, y en vez de excitarme me pregunto ¿cuándo se quitó los lentes?

Mi turno de cabalgar, él vuelve a hablar yo tapo su boca rogándole callar, dice que soy hermosa, que soy hija de afrodita y venus me envidia.

Le pido que se ponga sobre mí, solo buscaba un placer simple, pero él solo buscaba el morbo, sus brazos fuertes se flexionaban a mis lados, quise tocarlos pero lo dude, termine por tocarlos y los apreté bajo mis dedos, El detuvo su cabalgata y protesto por mi caricia no quería que dejara marcas. Yo me excuse.

El placer llego al ocaso, una parte con dos orgasmos y la otra con ninguno.

Devuelta al coche negro y todo finaliza con un beso.

No hubo apellidos, no hubo charlas, no hubo preguntas, ni próximo encuentro.

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