A pesar de ser verano ahora tengo frío, me duele de una manera infernal la cabeza, lloré como un pobre diablo, o como una nena chiquita que no le compraron la golosina prometida.
Una semana fuera de casa creo que es un corto tiempo moderado para pensar en todo, se me va a hacer de verdad difícil, ya me voy a acostumbrar a las cosas que pasaron y a las que van a pasar.
Nada va a ser igual, y seguramente nunca vuelva a estar bien, pero uno se acostumbra a vivir con dolor.
Así se dieron las cosas, así tuvieron que ser.