El diario.

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Podía notar como el aire frío de Noviembre chocaba con mi cuerpo, como si quisiera empujarme a la tumba que tenía enfrente mía. Apretaba mis puños, tan fuerte que por un momento pensé que podría llegar a hacerme daño pero en realidad no me importaba, dí dos pasos adelante y bese la tumba, como un príncipe intentado despertar a su princesa, pero sabía que no iba a surgir el mismo efecto. Había perdido a la persona que más quería en ese mundo por culpa de comentarios, humillación y dolor que le habían hecho otras personas por ser como es. Cuando me separé de la tumba, me coloqué la corbata y una mano poso mi hombro. Miré atrás y pude encontrarme el rostro lloroso de María, la madre de Andrés. Yo no quería llorar, quería ser fuerte pero no pude detener mi impulso de abrazarla y llorar. Todavía recuerdo cuando todo parecía normal esta mañana.


Estaba tranquilamente en la típica clase de matemáticas cuando el director irrumpió la clase llamándome. Simplemente me levanté y pude sentir la mirada de toda la clase y del profesor preguntándose en su mente si había incumplido alguna de las normas. En estos momentos realmente hubiese deseado que fuese así, pero no lo fue. Cuando llegamos al despacho del director, me senté en la silla que tiene enfrente de su mesa mientras él me miraba aún de pie y quitándose el sudor con su pañuelo. Después de varios intentos de que fuese claro conmigo, soltó de sus labios: 

''Víctor, escúchame, es duro pero Andrés... Él se suicidó. Tu madre ha venido a por ti''.  

En un intento de no llorar, solté una sonrisa y simplemente le decía que si era una broma pesada no tenía gracia. El director solo miraba al suelo mientras soltaba suspiros y cuando iba a volver a gritarle apareció mi madre por la puerta acercándose y me abrazó. Cuando me separé de ella salí corriendo por el pasillo mientras dejaba atrás las voces de mi madre y del director llamándome. Fui a la clase de Andrés y todos se me quedaron mirando. Él realmente no estaba. Volví la vista y busque la mirada de un chico grande, rechoncho y con cara de pocos amigos. Me abalancé contra él mientras le pegaba puñetazos al compás de un repetido:

''Lo has matado, hijo de puta''.

Al cabo de un par de minutos el profesor y varios alumnos consiguieron separarnos, él solo soltaba maldiciones y enseguida por culpa del jaleo llegó mi madre y el director quienes me alejaron de esa maldita clase.


Y ahora aquí me encuentro, en el entierro de mi mejor amigo, de mi acompañante, de el amor de mi vida... Mi novio. Cuando terminó el funeral mucho se alejaron del lugar, dejándolo atrás pero yo no podía, no podía irme así sin más. María volvió a llamar mi atención mientras me miraba a los ojos. Antes sus ojos ámbar radiaban felicidad pero en ese momento no podía dejar de ver unos ojos rojos por culpa de tantas lágrimas junto una mirada triste y desesperanzadora. Dejó de mirarme mientras abría su bolso y me entregaba un cuaderno usado y malogrado. Lo cogí y lo observe con detalle para después volver a mirarla.

-Es... El diario de Andrés. En su carta de despedida pidió que nadie lo leyera y que te lo entregara a ti, Víctor -Su voz sonaba pesada como si fuese a romperse en algún momento para volver a llorar-.

Yo no pude aguantarme y lloré mientras las lágrimas caían en la tapa del diario. Esto es todo lo que me queda. Abrí el diario por la primera página: 

 ''Este es el diario de Andrés Garcia

 Si estas leyendo este diario seguramente es porque yo ya no me encuentro en este mundo por lo que mis pensamientos o secretos ya no sirven para nada. Puedes sentirte libre de leer lo que más gustes. Aquí encontraras mi día a día y lo que tuve que soportar con mis 15 años a pesar de que había ''empezado a vivir''. 

 Espero que al menos te resulte entretenido''. 

El caso del chico que se suicidó.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora