Supuse que debía empezar por un reconocimiento del terreno, así que en cada receso disimuladamente perseguía y espiaba a Ternabis. Incluso procuré comer mi almuerzo en un lugar donde pudiera observarlo. Al principio no hacía cosas demasiado fuera de lo común: charlaba con sus amigos, se paseaba por la escuela viendo que todo estuviera en orden, en la clase de gimnasia (como siempre) era el más rápido, ese tipo de cosas de idiota perfecto. Hubo una sola cosa que me sorprendió en todo el día, al finalizar la última hora, lo seguí hasta el patio trasero y pude ver cómo se le confesaba una chica, creo que era de primer año. Lo más interesante fue que Ternabis la rechazó diciendo que ya tenía a alguien que le gustaba. Eso sí que era material útil, más tarde debería averiguar quién era la afortunada y pensar en algo. Pero bueno, lo realmente importante vendría cuando terminaran las clases y fuera hora de ver al presidente aflojarse la corbata. Siempre supe que Gale no era realmente tan bueno como aparentaba, que hay algo en su forma de actuar que se siente irreal, falso.
Después de eso simplemente recogí mis cosas y me dispuse a ir al salón del club, era una lástima no poder espiarlo justo en ese horario, cuando el Consejo se reúne. Entré en el salón y la misma escena de todos los días hoy no fue diferente: Kon y Holly discutiendo por alguna cosa estúpida, Bruno prendado de la PC y Paul con cara de distraído pintando algún cuadro extraño que luego tirará a la basura. Ni siquiera saludé, sabía que no recibiría ninguna respuesta. Fui hasta el fondo, me senté en mi sillón y saqué mi consola para ver si por fin podía matar a ese boss que me viene haciendo la vida imposible últimamente. Luego de perder por tercera vez dejé a un lado la consola y miré por la ventana, aburrido y sin ganas de levantarme a hacer otra cosa.
—Me aburro mucho estos días. Deberíamos hacer algo interesante —declaró Holly colocando una silla con el respaldar frente a mí, sentándose y apoyando los brazos en él. El ambiente de la habitación se tensó significativamente, una bruma oscura empezaba a acecharnos. Todos sabíamos lo que significaba esa frase en realidad, y no era nada bueno. Traté de ignorarla lo mejor que pude... —Oye idiota —...juro que traté. Su tono me dió tantos escalofríos que mi labio inferior tembló una pizca antes de contestarle.
—No lo sé... —Kon me miraba de reojo, con una media sonrisa indicando que le causaba gracia mi poca resistencia. Bruno y Paul me echaron miradas de aliento. Lo siento chicos, no importa cuán patético me vea, contra Holly no puedo.
—Chicos, ¿ustedes que dicen? —Los aludidos se crisparon. Menos Kon, creo que pocas veces lo he visto crisparse por algo.
—¿A- algo como qué te gustaría Holly? —Mala idea Bruno. Terrible idea. Lo empeoraste aún más. Desvié la mirada hacia la ventana en busca de ayuda divina, de una señal que me guiara a la salvación.
¡Oh sorpresa! El Señor Presidente del Consejo Estudiantil estaba saliendo con su mochila colgada al hombro y con aire apresurado.
—Lo siento mi Reina, pero yo encontré ya mi propia diversión... —le dije mientras le besaba la mano teatralmente.
Antes de que me exigiera una explicación, agarré mis cosas rápidamente y me despedí con un gesto de apoyo hacia las víctimas del aburrimiento de Holly. Esquivé a todos los profesores que pude para que no me detuvieran a darme un sermón, al llegar al portón de la entrada ví a Ternabis alejarse calle arriba. Sin perderlo nunca de vista, caminé prudencialmente detrás de él. Lo seguí hasta el subterráneo, donde se metió en un baño para luego salir con ropa más casual, guardando el uniforme escolar en su mochila.
Qué curioso... y sospechoso.
Tomé su mismo tren y bajé en su misma estación... que quedaba en la zona céntrica con peor reputación de la ciudad. Muchos lo llamaban El Pozo, pues allí se aglomeraba lo peor de la noche citadina. Ni siquiera había mucha gente en la estación cuando bajamos, a pesar de que aún era de día y el movimiento afuera era notable. Lo seguí a través de calles llenas de moteles, clubes, discotecas, pubs y bares, pocos de los cuales estaban ya abiertos. Vi que se metía a un callejón y entraba por la puerta trasera de un bar cuyo llamativo cartel declaraba Absurde. Lamentablemente no podía seguirlo, hubiese sido demasiado obvio, así que hasta allí llegó mi investigación por hoy.
Regresé al subterráneo y me tomé el tren a casa, especulando (¿y fantaseando?) con todo lo que podría llegar a hacer el Presidente en ese lugar. No me detuve mucho en la fachada, pero el nombre y la zona en que se encuentra aquél bar me dice que no es nada relacionado con la pureza e inocencia de un ángel. Es decir, no es que yo sea precisamente muy conservador, pero no es el tipo de lugar al que va un adolescente a pasar el rato, o por lo menos no al que debería ir.
Esto es genial, es perfecto, es justo lo que necesitaba.
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El Plan Perfecto
Teen FictionEstudiante honorable, excelente deportista, apuesto, amable y muy sociable: el arquetipo de adolescente perfecto. Venga, un Gary Stu cualquiera. Pero, ¿que se esconde tras el pulcro uniforme del presidente del consejo estudiantil, Gale Ternabis? Des...