VI. Un sentimiento que no se puede explicar

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DENEA

Finalmente la fecha del enlace se había establecido. Viserys estaba empezando a perder la paciencia, alegaba que los Stark estaban jugando con ellos, y eso sacaba de quicio a su hermano. Y al fin había conseguido lo que quería, la boda iba a celebrarse con cierta premura, pero el propio Robb le había pedido algo más de paciencia al mayor de los Targaryen. Diez días para los preparativos e invitaciones.

Denea no sabía cómo sentirse en esos momentos. Lo que ella había definido días antes como una prisión de hielo y un matrimonio forzado y desafortunado estaba empezando a convertirse en algo muy diferente. Invernalia comenzaba a parecerse a un hogar para ella, y su prometido, el rey Robb Stark, cada vez le agradaba más. No conseguía aclararse de si eso que sentía en su corazón iba siendo amor, o simplemente una fantasía que ella misma había creado para evadir sus miedos a ese matrimonio concertado. Lo único cierto era que cada vez que veía a ese joven Stark, ya fuera en el salón del trono, con talante serio y elegante, o en los jardines de palacio, riendo y jugando con sus hermanos, ella sonreía, y una sensación cálida y agradable invadía su corazón. Pero todo tenía un lado negativo, y es que la joven sentía que cuanto más se acercaba a los Stark, más se alejaba de su hermano. Ya había tenido muchas disputas con él acerca de su papel en el camino de Viserys para conseguir el trono, y la joven había terminado comprendiendo que su hermano solo la estaba utilizando. Había preferido venderla como si carne de ganado fuera para conseguir apoyos en Poniente, pero ¿acaso ella podía hacer algo para remediarlo?. Esa vez, la disputa estaba siendo muy intensa entre los dos hermanos Targaryen. Denea cada vez toleraba menos las faltas de respeto de su hermano hacia ella, y en aquella ocasión ella no se había callado y le había respondido.

-¡No tienes que aliarte con los Stark, son el enemigo estúpida!-gritaba Viserys enervado.

-No te entiendo hermano-replicaba ella con paciencia, pero con seguridad.-Has sido tú el que me ha prometido a uno de ellos, ¿Cómo no voy a aliarme con la que va a ser mi futura casa?

-Eres una niña demasiado tonta-hacía mucho que había perdido la paciencia, y en cada frase lanzaba un insulto hacia Denea.-Es cierto que tenemos una alianza, sí, pero no debemos olvidar que gracias a ellos nuestro padre perdió el trono. Solo los emplearemos como medio para llegar al Trono de Hierro, después... los mataremos por traidores.

-Entonces el traidor serás tú, majestad.-dijo Denea con sorna.-¿Por qué no olvidas esas estúpidas rivalidades hermano? Aprovecha esta oportunidad, nuestras dos casas van a unirse, podemos formar la alianza más fuerte vista en Poniente...

Viserys abofeteó a Denea sin piedad, ella perdió el equilibrio y cayó al suelo, derribando también la silla del escritorio. Los ojos de Viserys derramaban ira.

-No vuelvas a insinuar esa posibilidad, ¡¿Te enteras?! Yo soy el rey, soy quien manda, quien piensa, no tú

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-No vuelvas a insinuar esa posibilidad, ¡¿Te enteras?! Yo soy el rey, soy quien manda, quien piensa, no tú. Que te quede bien claro tu papel en todo esto, eres una puta que se va a abrir de piernas ante un hombre poderoso para darme un ejército, nada más.-Denea no replicó más, se guardó las lágrimas, su hermano no las merecía, se levantó del suelo y salió corriendo de allí, a pesar de los gritos insistentes de su hermano reclamando su presencia.

The Dragon of WinterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora