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Al llegar, salí sin pensármelo del coche y corrí hacia mi nueva habitación.
Al abrir la puerta lo primero que me llamó la atención fue una cama gigantesca de madera, me tumbé en ella y observé el techo que estaba lleno de estrellas, pero sentí que ahí faltaba algo. Algo muy importante. Pero no caí en qué, por lo que me fui a dar una vuelta en bici para conocer el pueblo.
Las calles eran estrechas, en la plaza central había un montón de niños que dentro de poco seguro que conocería y me haría su amiga. Al volver pasé por una pastelería llena de irresistibles dulces, por lo que no pude resistirme a comprar uno.
La tienda estaba a rebosar de gente esperando a probar un bocado.
En la barra había un niño decorando dulces, nada más mirarlo nuestras miradas se cruzaron. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.
Él no paraba de mirame, pero yo intentaba evitarle.
Al marcharme de la tienda nuestras miradas se volvieron a cruzar pero esta vez pude ver que sus ojos brillaban como todas las estrellas del techo de mi habitación, esas que iluminaban la oscura noche del viaje.

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2016 ⏰

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