Mi vida había cambiado completamente en menos de una semana.
Mis seres queridos ya no estaban a mi lado, acompañándome en los pasos de este camino que llamamos vida. Ahora...Solamente me quedaba un consuelo, una esperanza para ser feliz.
Familia.
Mi familia ahora era Jimin.
Yoongi me salvó de una muerte segura a manos de aquellos canallas, y gracias a él tenía un hermoso hogar en el que vivir, además de hacer que me olvidara del significado del hambre. Yoongi alimentaba muy bien a sus esclavos, por lo que Jimin y yo nunca teníamos el estómago vacío; además, todos los platillos que la cocinera preparaba eran sumamente deliciosos.
Está mal decirlo, pero admito que estaban más sabrosos que la comida de mi madre, que en paz descanse, aunque puede ser porque los ingredientes eran claramente diferentes. Yoongi tenía en casa todo tipo de especias, pasta y carnes jugosas de suprema calidad, mientras que mi madre apenas cocinaba con aliños, y los elementos de los platillos se repetían diariamente.
A pesar de aquello, en esos momentos extrañaba con muchísima intensidad la comida casera que mi madre me regalaba todos los días con tantísimo amor.
Sí, Yoongi me proporcionaba una vida fácil. Tenía un hogar, un amigo, alimento e incluso fuentes de aprendizaje, ya que Yoongi me prestaba libros y me estaba enseñando a leer, hecho que le agradeceré eternamente.
Así, todo parecía genial, como si un apuesto joven hubiera querido adoptar a un chico huérfano de diecisiete años por pena o simplemente por caridad. Pero no todo es tan bonito.
Todo tiene su lado oscuro, algo que no se debe contar.
Jimin me lo advirtió. Me advirtió que tendría una buena vida al lado del amo Yoongi, pero que no podía ser una vida perfecta de ninguna manera. ¿Por qué?. Obviamente porque era un esclavo.
Tendría todas las comodidades del mundo, pero no debía olvidar mi rango, el rango más bajo.
Y claramente, Yoongi requería mis servicios.
Tras cuatro días de reposo, gracias a los atentos cuidados que Jimin me aportó, mis heridas sanaron completamente y yo ya estaba listo para unirme a mi amigo en la realización de las tareas del hogar.
Los dos juntos limpiábamos cada rincón de la casa, y mientras barríamos o fregábamos, Jimin me mostraba cada recoveco de la enorme mansión con detalle, desde las cálidas e innumerables habitaciones, hasta los amplios y delicados baños decorados con cristales de tamaño humano y la despensa repleta de sustentos de cada sitio en el que se pueda pensar; especias exóticas, frutas desconocidas para mí, verduras vistosas... Era una auténtica maravilla tanto para la vista como para el olfato y el gusto (lo juramos Jimin y yo, que un día tonteando tomamos una mandarina que sabía a gloria bendita, de jugo tan dulce como el néctar de los dioses).
Yoongi era un adicto al conocimiento, y amaba enseñar a sus alumnos, así que las únicas veces en las que lo veía eran a la hora de almorzar.
Los almuerzos siempre eran felices.
Yoongi hablaba de sus alumnos con un hermoso brillo en los ojos, me preguntaba sobre mi vida en el campo, y se aseguraba de que Jimin me cuidara hasta que me acostumbrara a todo, cosa que Jimin hacía con gusto, o eso decía él.
Los tres contábamos anécdotas del día a día (todavía me parece increíble que nuestro amo se interesara tanto en todas nuestras aventuras, realmente podía ver cariño en su mirada, a pesar de que nunca nos abrazaba o mostraba afecto físicamente).
El dolor de la reciente pérdida de mi familia me azotaba con frecuencia, pero Jimin se aseguraba de mantenerme en sus reconfortantes brazos y susurrarme palabras dulces, suavizando las punzadas heladas que acechaban mi frágil corazón. Jimin fue sin duda alguna el pilar más importante para mí en aquella transición de tristeza a un estado de ánimo estable.
*
– Hoseok, ¿el amo aún no ha dormido contigo?– me preguntó Jimin en un día soleado mientras regábamos las rosas del jardín.
Lo miré con confusión, alzando la ceja derecha para dar énfasis a mi desconcierto.
Me respondió imitándome.
– ¿No se ha...acostado contigo aún?.– volvió a preguntar y simplemente abrí la boca y solté una pequeña risa.
– No.¿Por qué el amo haría algo así?.
Jimin se mordió el labio inferior y fijó su vista en las bonitas flores. Parecía triste.
– Hoseokie...–empezó a decir, con un tono de voz suave, como si no quisiera asustarme– el amo parece estar siendo cuidadoso contigo puesto que tú has tenido un proceso de adaptación a la mansión más extenso que el mío a causa de tus heridas... Pero debes saber que el amo pronto requerirá tus servicios, y no precisamente los de limpieza, Hoseok.– informó con la mayor sutileza que pudo usar, pero aún así me pareció poca, la suficiente para que lo entendiera y soltara un jadeo de sorpresa.
– N...No puedes estar hablando en serio, Jimin.
Me miró con una expresión que claramente decía "oh, te estoy hablando muy en serio".
– Hoseok, sabes que nunca te mentiría. Eres mi mejor amigo –tras confesar aquello pude notar que sus mejillas se encendieron de un suave color carmesí que me hizo sonreír levemente– y quiero que estés preparado para lo que pase. Porque cuando el amo Yoongi tomó mi cuerpo por primera vez, yo...Yo no reaccioné bien. No estaba preparado y tenía miedo. Quiero que al menos tú sepas que el amo utilizará tu cuerpo. No te asustes cuando lo haga –tomó mi rostro entre sus pequeñas manos y besó mi mejilla delicadamente, haciendo que mi corazón se llenara con ternura pero a la vez con miedo por lo que me esperaba– quiero que me cuentes si fue bien o mal, necesito saberlo. No podría dormir en las noches sabiendo que estás sufriendo y que yo podría tomar ese sufrimiento por ti.
Nos abrazamos.
No fue un simple abrazo, fue un abrazo que duró tanto que la posición se hizo incómoda al final, por lo que nos separamos lentamente, manteniendo contacto con la mirada y las manos entrelazadas.
– Gracias, Jimin. –agradecí desde el fondo de mi alma, tratando de perder el miedo al futuro.
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ok... no he revisado las faltas, pero quiero dejar el capítulo para ustedes XD espero que les guste, y espero comments y estrellitas de esas ewe