Capitulo 2

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CAPITULO 2.-


Cádiz España 1585

-Me da lo mismo , hijo mío. Está en juego el honor de la familia -afirmó enfáticamente Dorian Tomlinson-. Vas a dejar el convento y te vas a ir a Cuba a casarte con el Duque James de Berwick.
Envuelto en un apagado hábito gris, Louis Tomlinson se puso perceptiblemente tenso y adelantó la barbilla en un gesto de desafío casi sin precedentes. Los diez años que llevaban la madre abadesa y las monjas del convento de la Madre de Dios inculcándole sumisión y obediencia se desvanecieron en el aire allí mismo, porque no podía permitir que aquello ocurriera sin oponerse. No lo sacrificarían por el honor de su padre.

-No quiero casarme con el Duque de Berwick, padre. Ni tampoco quiero irme de España. Estoy bastante satisfecho aquí en el convento. Dentro de un mes voy a hacer los votos definitivos y serviré felizmente a Dios para siempre. -Si su entusiasmo era un poco forzado, el hizo como si no se diera cuenta. Hacerse monje era su máxima meta en la vida.

-Precisamente por eso he venido, Louis -le dijo Dorian. Nunca quise que te hicieras religioso. Cuando tenías diez años eras incorregible. Tu madre acababa de morir, y yo no era capaz de ocuparme de una niño con tanto carácter. Ya era mucho para mí criar a tus hermanos. Pero nunca tuve intención de dejarte aquí para siempre. Estas prometido al Duque de Berwick desde hace años, y él ya empieza a impacientarse. La madre abadesa me ha asegurado que estás preparado para convertirte en su esposo.

Louis se estremeció, imaginando lo repugnante que sería entregar su cuerpo a un hombre, especialmente a un hombre al que apenas conocía.

-Por favor, padre, ¿por qué no quieres ver que estoy hecho para una vida de plegaria y recogimiento?

Dorian Tomlinson le lanzó a su hijo una elocuente mirada que delataba su desdén.

-Pero si no hay más que verte para darse cuenta de que tú no estás hecho para vivir enclaustrado.

Lo contempló, contempló la sensual belleza de su rostro, las curvas exuberantes de su cuerpo, disimuladas apenas por el hábito holgado. Sus ojos, celeste, chispeaban de vida, de temperamento y de pasión. Quizá pudiera engañar a otros, pero a él no podía engañarle; para eso era su padre. Tenía el convencimiento de que, una vez iniciado en la pasión, _
Louis se entregaría a ella con avidez, y había dispuesto que fuera el Duque de Berwick el encargado de inflamar ese fuego que abrasaba por dentro a su hijo.

-Yo no tengo la culpa de ser como soy, padre -dijo el con un deje de censura en la voz-. El aspecto exterior no tiene nada que ver con la fe.

-¡Bah! ¿Cómo vas tú a saber lo que quieres, si no has experimentado nada de la vida? -lo regañó Dorian, impaciente-. Mejor habría sido no dejarte tanto tiempo en este sitio. Ahora te vas a venir conmigo, Louis. Tienes que estar preparado para embarcar dentro de dos semanas en el Adarlan que te llevará a reunirte con tu prometido. Te complacerá saber que el Duque de Berwick ha sido nombrado gobernador general de Cuba. Es un hombre poderoso, muy respetado y admirado. Eres un chico con suerte, Louis.

-Pero padre, él es viejo y yo...
-¡Ya basta! No pienso seguir discutiendo. Te vas a casar con el Duque y no hay más que hablar. Irán contigo en el viaje un chaperón y un sacerdote, que te irán instruyendo sobre tus deberes de esposo. El Duque esperará de ti ciertas cosas... -dijo evasivamente-. Un ejército de costureras va a trabajar noche y día para proveerte de un ajuar digno del novio de un hombre tan importante como el Duque James Berwick. Tienes que entender que esto lo estoy haciendo porque te quiero, Louis. Verás qué bien vas a vivir.

Louis no entendía nada de aquello. ¿Por qué tenía el que abandonar aquel lugar de paz y bienestar para sumergirse en un mundo desgarrado por las disputas y las guerras? El no era del todo ignorante de los sucesos del mundo. Sabía de las precarias relaciones entre España e Inglaterra, y había oído hablar de cómo la intriga política se cocía a fuego lento en las cortes de Felipe II de España e Isabel I de Inglaterra. Los visitantes que llegaban al convento hablaban en susurros de los actos de piratería que se producían mar adentro. Había un nombre en particular que lo hacía estremecerse de terror cada vez que lo oía.

El Diablo

El mismísimo demonio encarnado en un inglés.Sintió un escalofrío al recordar la primera vez que escuchó aquel nombre. Fue hacía ya varios años. Había oído por casualidad lo que un huésped que estaba pasando allí la noche le contaba a la madre abadesa sobre el corsario inglés que se dedicaba a atacar y hundir galeones españoles con una manía casi obsesiva. Probablemente se habrá hecho rico como un rey saqueando a los españoles, reflexionó, y la repugnancia la hizo retroceder cuando intentó hacerse una imagen del cruel pirata que atacaba casi exclusivamente barcos españoles.

-¿Me has oído, Louis? -repitió impaciente Dorian-. Despídete de la madre superiora y haz el equipaje. Tenemos que irnos de inmediato.

Louis sabía que, por más que hubiera cumplido ya veinte años, no le iba a servir de nada seguir con sus protestas. Resultaba degradante saber que todos los aspectos de su vida estaban controlados por hombres. Su padre, sus dos hermanos, y ahora el Duque de Berwick, con quien lo habían prometido. En el convento, al menos, no tenía que rendirle cuentas a nadie más que a Dios.

-Si padre. ¿No hay nada que pueda yo hacer o decir para hacerte cambiar de opinión?

-No, hijo, no; estoy decidido a hacer lo que es mejor para ti. Con el Duque vas a tener fortuna y posición. Vas a ser el esposo consentido de un hombre importante. ¿Es que no quieres tener niños?... El Duque de Berwick te dará niños.

Louis no sintió el más mínimo anhelo por el tipo de vida que su padre le describía hasta que mencionó los niños. Tener sus propios hijos sería maravilloso, pero no lograba hacerse a la idea de que el duque fuera a ser el padre. Sólo lo había visto una vez, cuando el tenía diez años, y ya entonces le había parecido un hombre mayor , a pesar de que por aquella época él no debía tener más de veinte años.

-Está bien, padre -le respondió, abatido-. Pero sabes que mi corazón queda fuera de este matrimonio.

***

Voten, comenten, vuelan o lo que sea, de preferencia haganme saber si la sigo o no, porque bueno, sería extraño subirla y que nadie la lea...

Ardilla a secas.

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