Cruce

11 2 0
                                    

Ya estaba en verano y lo único que quería era descansar, dormir, comer,salir y conocer nuevos lugares.
Como mis padres estaban separados las vacaciones este año iban a ser un poco raras.
En principio íbamos a estar con mi padre una semana en Benidorm y con mi madre en París cuatro días. A mi ya se me hacía difícil adaptarme,no me imagino como sería para Raquel.
Los primeros días de julio fueron muy tranquilos, volví a salir con mis amigos del cole por ahí y también hice amigos nuevos en el barrio. La verdad es que si no estábamos jugando a la play estábamos con la pelota o por algún burguer, en eso consistía mi verano, y estaba muy feliz.
Llegó el momento de viajar con Raquel y mi padre a Benidorm y no estaba muy emocionado la verdad.
Alquilamos un piso en una urbanización con piscina y desde nuestra ventana daba a un cine abierto, por lo que todos los días había pelis. Al final me iba a gustar y todo. Los primeros días estuvieron bastante bien pero al cuarto ya empezó a ser un poco rutinario y con mi padre pues parecía que no se iba a encender la llama de la diversión.
Nuestra relación era un poco fría, sobre todo desde que se separó de mi mamá y nuestras conversaciones no solían pasar del fútbol o el tiempo.
Además a veces le veía mucho con el móvil a la vez que se reía, y creo que es porque se ha echado una novia o algo, y no es que me haga mucha gracia.
El sábado, nuestro penúltimo día, salimos a cenar y en el restaurante había un miniparque infantil donde Raquel estuvo casi todo el tiempo. Me sentía un poco incómodo con mi padre porque de repente se hizo un silencio un tanto sepulcral y no sabía qué hacer, además me quedé sin batería en el móvil.
Pero mi padre empezó a hacerme preguntas de cómo iba en el cole y de lo que quería ser de mayor ,intentó tocar el tema de las novias pero no le dejé. También empezó a contarme anécdotas suyas de cuando él era pequeño y trastadas mías que en ocasiones me hicieron decir "trágame tierra".
Ya íbamos por los postres y comenzó a preguntarme qué tal llevaba lo del divorcio y que me parecía. No tenía muchas ganas de hablar del tema y me excuse diciendo que iba a buscar a mi hermana.
El restaurante estaba a pie de calle casi por lo que el miniparque daba a un pequeño cruce. No parecía muy seguro ya que se podía entrar por allí también pero servía para que los niños se distrajesen.
Cuando fui a ver a Raquel note que había mucho silencio y era porque los niños se habían escapado. Entonces pegué un gran grito y corrí a avisar a los padres del restaurante y todos se levantaron angustiados y empezaron a correr en diferentes direcciones.
La calle era larga y empecé con mi padre a correr por ella junto a otros pocos padres. Mientras corríamos volví a escuchar ese ruido de parque y me tranquilice pero entonces vi como todos los niños corrían detrás de una pelota y no se daban cuenta que el semáforo se iba a poner en rojo, entonces todos los padres y yo comenzamos a gritar que parasen y la mayoría lo hicieron. Pero Raquel que parecía la más mayor siguió detrás de una niña que tendría a lo sumo cuatro años, la cual no paró y siguió detrás de la pelota.
Corrí con todas mis fuerzas para coger a las dos pero no me llegaban las fuerzas.
El semáforo se puso en verde para los coches y pocos se dieron cuenta de lo que estaba pasando.
Alcance a empujarlas y quitarlas del cruce pero yo me torcí el tobillo y me caí al suelo. Me esperaba lo peor y cerré los ojos.
Sentí como me elevaba y volvía de nuevo contra el suelo.
Mi padre había alcanzado a agarrarme y juntos caímos a pocos metros de los coches.
Lo único que podía hacer en esos momentos era llorar, llorar de alegría, de miedo y de emoción, y no me meé del susto de milagro .
Parecía todo tan subreal. Este pequeño acercamiento a la muerte fue inesperado y me sorprendió.
Abrí los ojos y fui a abrazar a Raquel, la cual estaba llorando a moco tendido junto con la otra niña. Cuando alcé la mirada vi a mi padre todavía en el suelo y como los padres se acercaban.
Le estaba sangrando mucho la rodilla y llamaron a la ambulancia.
Nos llevaron en un coche aparte y me dieron un móvil para hablar con mi madre pero en esos momentos lo único que quería era estar con mi padre.
Llegamos al hospital y tras tres horas en la sala de espera nos dijeron que papá estaba bien y que tendría que estar un día más.
Ya podía respirar tranquilo y entramos a verle.
Cuando lo vi no pude aguantar el
llorar y me puse a su lado como cuando tenía cinco años y él volvía de trabajar y yo le esperaba para que mirase mis dibujos. Raquel se puso al otro lado y nos quedamos los tres dormidos.
Escuche un ruido y abrí los ojos, era mi madre que había ido a por nosotros. Me negué completamente a irme hasta que mi padre estuviese bien y ella cedió y también se quedó.
Esto también estuvo bien porque pudieron hablar y parecían más amigables entre ellos.
Tenían que hacerle la última revisión antes de darle el alta y me puse junto a él y le dije que le quería y que estaba muy agradecido por lo que había hecho. Él sonrió, me abrazó y me pidió perdón por estar distante estos últimos años. Nos quedamos acurrucados unos instantes más y se lo llevaron.
Sentí una gran paz después de hablar con mi padre porque fue como una especie de reconciliación.
Después de que salió volvimos a Madrid todos juntos en coche a casa y hubo risas como antes, incluso paramos a comer en un restaurante que era el favorito de mamá y luego llegamos a casa y caímos rotundos sobre el sofá.

El día que la vida me encontróDonde viven las historias. Descúbrelo ahora