Respetos

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El joven sostuvo esa sonrisa unos segundos hasta que Sansa bajó la cabeza, rompiendo así el extraño contacto visual que se había establecido. La pelirroja se soltó del agarre de Ramsay y miró a su alrededor. Invernalia habría cambiado de dueños y era más frío que en sus recuerdos, pero los muros hicieron que Sansa tuviese una sensación nostálgica. Al fin y al cabo, se encontraba en casa.

-Mi señora permíteme que os presente a vuestra criada.-la voz de Ramsay le hizó girar la cabeza hacia él. Una chica menuda y morena se encontraba a su lado. Sonría pero de una manera que estremeció a Sansa. Tengo que cuidarme las espaldas de ella, pensó para si misma.- Su nombre es Myranda. Es una buena sirviente de la casa.

La muchacha morena bajó la cabeza intentando esconder el rubor que había aparecido en su mejillas. Ramsay ni si quiera se dio cuenta y tras despedirse con un gesto de mano se marchó hacia los establos. Sansa aprovechó para observar bien a la chica. 

-Será un placer serviros Milady, si queréis servirme os mostrare vuestros aposentos. Aunque supongo que conoceréis bien este castillo. Al fin y al cabo era vuestro antes de que los Bolton sometieran a  su familia.- Myranda comenzó a andar hacía las habitaciones mientras  hablaba. 

Sansa pudo notar como una sonrisa cruel aparecía en su rostro al recordar la traición de la casa a la que servía. No se había equivocado con ella. Era peligrosa. Más prefirió no decir nada. Parecía tener el favor de Ramsay y no quería buscarse problemas. La siguió por todo el castillo hasta que llegaron a las habitaciones que había ocupado con su hermana Arya. Noto como las lágrimas acudían a sus ojos al pensar en ella. Después de todo lo que habían peleado la echaba mucho de menos. No fue hasta que Myranda la dejó sola en su habitación que soltó todo lo que sentía. Se tumbó en su antigua cama y lloró hasta quedarse dormida.

Una horas después despertó al escuchar unos ruidos. La morena había vuelto y estaba fisgando entre sus cosas sin ninguna clase de remordimiento. Ni siquiera se preocupaba por no hacer ruido. 

- Deja eso.-Le dijo Sansa con tono autoritario desde la cama.- Búscame un vestido apropiado para la cena, y hazlo pronto. Quiero ir a visitar las tumbas de mis antepasados.

-Le buscaré el vestido. Pero no le permitiré bajar a las tumbas. El señor Ramsay ha prohibido que las personas bajen. Sería mostrarle respeto a unos traidores.

Sansa se quedó callada mientras se levantaba de la cama y se acercaba al arcón a coger el vestido que Myranda le tendía. Era un vestido que apenas realzaba su belleza pero ella sabría sacarle provecho. Una vez se hubiera marchado la criada. ¿Eran celos lo que notaba en la morena?

-Ve a llamar a Lord Ramsay. Que venga aquí, necesito hablar con él.-le ordenó Sansa una vez estuvo vestida.

-Lo siento Milady. Al señor no le gusta que lo molesten cuando está en sus aposentos. No lo haré.

-De acuerdo. Supongo que no se alegrará mucho cuando sepa que has desobedecido a su prometida. Pero claro eso no es problema mío...

Sansa no sabía de dónde había sacado la determinación para hablarle así a Myranda, pero las palabras parecían haber hecho mella en la morena. Que con el ceño fruncido y murmurando abandono la habitación en busca de su señor. Sansa calculó que tendría unos cinco o diez minutos a lo mucho antes de que Ramsay Bolton se presentase en su habitación.

Una vez Cersei le había dicho que podía conseguir casi cualquier cosa de los hombres si hacia uso de su belleza, y necesitaba bajar a ver las tumbas de sus familiares. Se acercó a uno de los espejos de la habitación. Se soltó el pelo que cayo formando pequeños bucles por todo su rostro. Antes de marchar del Nido se lo había teñido de negro pero tras bañarse había recuperado el pelirrojo original. Con ayuda de unas tijeras le hizo un arreglo al vestido dejando ver el principio de su escote.  Cuando llamaron a la puerta se estaba poniendo un colgante que le había regalado Meñique que iba a juego con su cabello.

Ramsay Bolton entró en la habitación con el rostro fruncido. Por detrás le seguía Myranda. Cuando el se paró boquiabierto al ver a Sansa, la joven lo adelantó poniéndose entre los dos.

-Mi señor, yo le avise de que no os gustaba ser molestado. Pero ella insistió. No se que quiere pediros pero no deberíais fiaros mucho de ella...-la morena miró a Ramsay buscando su apoyo. 

-Creo que mi prometida puede hablar por si sola, Myranda.- Ramsay avanzó hacia Sansa y le cogió la mano para depositar un leve beso en ella.- Estáis realmente hermosa. Ya veo que no son falsos los rumores sobre tu belleza. Decidme, ¿Qué es lo que necesitáis decirme?.

Sansa noto como sus manos temblaban al sentirlo tan cerca. Los ojos azules del chico la miraban con atención, demasiada para su gusto. Pero tenía que admitir que había algo atrayente en él. Respiró hondo antes de hablar.

-Mi señor, no os habría molestado si no hubiera sido preciso.- las palabras se trababan en la boca de la Stark, y notó como alguna lágrima se le escapaba.- Me gustaría ver las tumbas de mis familiares. Hace ya mucho tiempo que marché de este castillo y siento que debo mostrarle mis respetos. Sobretodo....- No pudo continuar y calló negando la cabeza.

-¿Sobretodo? Proseguid Milady- Ramsay había visto muchas veces llorar. Casi todos los hombres a los que había torturado acababan llorando en algún momento. Suplicando. Pero nunca se había conmovido. Al contrario, le había provocado placer sabía que podía hacer llorar a cualquiera. Y ahora estaba allí, delante de aquella chica, y solo quería que dejara de sufrir. Que dejara de llorar.- Decidme Sansa, no tengáis miedo.

-Quiero...quiero ver las tumbas de Robb y de mi madre...Pero ella me ha dicho que está prohibido y no sabía que hacer.- susurró la pelirroja señalando a Myranda.

- Perdonadme Lady Sansa pero yo no os sirvo a vos. Sirvo a Lord Ramsay, vos sois solo su prometida y encima una Stark...

-¡Calla Myranda!- gritó Ramsay furioso y girándose hacia ella.- Ve a buscar a Meñique y dile que venga aquí. Va a acompañar a mi señora a presentar respetos a sus familiares. Y después de la cena ya hablaremos. Lady Sansa se va a convertir en la señora de esta casa y estás a su servició de la misma manera que estáis al mio. 

La morena abrió la boca sorprendida. Ramsay nunca le había gritado. Y siempre la había dejado hacer lo que quería. Un día serás la señora de está casa, le había dicho tras una de sus "Cacerías". Ella lo amaba, y él a ella. ¿Dónde estaba el Ramsay macabro que él conocía? Bajando la cabeza enfada se marchó de la habitación a buscar a ese asqueroso Petyr que había traído a Sansa a Invernalia.

Cuando Myranda se marchó, Ramsay aprovechó para acercarse a Sansa y con la mano en su mejilla comenzó a recoger todas las lágrimas que caían por su rostro. Se miraron a los ojos. Y Sansa pensó que el hombre que tenía delante no podía ser el mismo bárbaro cruel del que había oído hablar. Aun tenía la mano de Ramsay en la mejilla cuando Meñique llamó a la puerta. Se separaron en silenció y Sansa se marchó con Petyr.

-Gracias mi señor.-Susurró antes de marcharse dirigiéndole una última mirada.

Ramsay agachó la cabeza a modo de respuesta. Cuando se quedó solo en la habitación, se sentó en la cama de su prometida. Sentía que se había comportado como un idiota débil y compasivo. Él no era así. A él le temían en el norte. ¿Qué le estaba pasando?

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2016 ⏰

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Cuando Bella conoció a BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora