La chica con los cabellos de fuego

1.3K 26 15
                                    

Para Asiria Frank, la chica que siempre está allí para mí.

El olor salubre, la brisa fresca de la costa a la hora del crepúsculo, los colores cálidos y fríos que se fusionan en el horizonte, donde el océano se confunde con el cielo, el sonido de las olas cuando barren la bahía, era tan bello que hizo olvidar quién solía ser, y también creer que todo era perfecto, puro, estático e idóneo, me hizo sentir que pertenecía a ése sitio.

Creí que al fin estaba preparada para regresar, para afrontar todo lo que había de venir en nuestro pro, todo, e incluso mi miedo a lo desconocido, la visita a la playa había sido lo que necesitaba; una revelación. Suspiré, cerrando mis ojos al sentir otra delicada caricia del aire salino, dejé que la tranquilidad me abrumara, me encerrara y me diera felicidad, pero sabía que sería efímera, sin embargo me había hecho estar dentro de un ensueño, sentí como mis cabellos color castaño claro, se movían lentamente a mi alrededor, me producían cosquillas y me hacían sonreír. Abrí lentamente los ojos, tomé una gran inhalación, y erguí los hombros y me alejé de la barandilla. Miré por última vez el azul y caminé a paso decidido a mi futuro, sabía que tendría que visitar aquel lugar constantemente.
El cambio que habíamos sufrido fue abrupto y radical, creo firmemente que ninguno estuvo preparado, y aún no lo estábamos a la hora  en que tomamos el avión, ambos estábamos temerosos de lo que se avecinaba, sin embargo, teníamos que seguir adelante.

Caminé rápidamente hasta nuestra nueva guarida, era un edificio de apartamento un tanto peculiar, dado la zona donde vivíamos, era pequeño pero engañoso, la estructura era más parecida a una estación de bomberos que a un lugar de vivienda, de unos 12 pisos, construido de ladrillos rojos y una extraña enredadera extendida por toda la pared este. Entré por la puerta doble metálica, dentro se podía divisar uno que otro inquilino disperso, realizando quehaceres, conversando o de camino a sus apartamentos.

Corrí hacia las escaleras e inicié mi ascenso, el elevador nunca funcionaba, cosa que era totalmente creíble, ya que toda la edificación estaba en ruinas, y había unos altos contrastes que parecían no encajar con lo demás. Nuestro apartamento quedaba en el quinto piso así que apresuré el paso hasta llegar a la puerta de este, busqué en el bolsillo de mi cazadora y sacando las llaves, vi a una de nuestras vecinas de piso, asomar su pequeña y rizada cabeza por su puerta. Para los vecinos éramos una atracción, puesto que veníamos del otro lado del mundo, quizá pensaban que éramos una pareja de locos asesinos. La mujer trató de gesticular alguna excusa para justificar su curiosidad, la ignoré e introduje en la cerradura mi llave y giré el pomo de la puerta, al entrar lo encontré, con su sesión diaria de ejercicios. Con 2 pesas de al menos 20 kilos una en cada mano.
Puse las llaves en el perchero junto a mi cazadora, analizando el interrogatorio que obligaría a contestar a mi hermano.

- Hola-. Saludé tímidamente tanteando el terreno, él no me prestó atención.

- ¡Hola, De!- Grité y él me fulminó con la mirada.

- Basta, Dan, escuché. ¿Qué quieres?- preguntó de mala gana, parecía que no tendría  suerte.

- Sólo necesito hablar contigo.- parada frente a él, me retorcía los dedos y trataba de explicarle una vez más- Hemos tomado una decisión, -miré nerviosamente el techo-pero me siento desorientada, no sé lo que ha de pasar contigo, siempre tan apacible... ¿Qué hemos hecho?

Rejalé mis músculos y sólo  me quedé frente a él, esperando por alguna respuesta concreta.

- Lo que era más conveniente para nosotros, eso hemos hecho-. Dejó las pesas de lado y fijó, por primera vez sus ojos en mi, su iris castaño me rogaba que guardara silencio- Dan, era necesario. Por nuestro bien- tomó una toalla y limpió el sudor de su rostro.

La chica con los cabellos de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora