Capítulo 2

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Al llegar al apartamento cada uno se fue a su habitación con una neblina de preocupación, ninguno los dos lo quería aceptar. Lo tapamos con chistes desde que salimos de la empresa pero ya en casa era algo innegable.
Lo sentía en mi pecho, oprimiendome.
Los cambios de los últimos días habían dejado un poco inestable nuestra relación, y hasta nuestra confianza en nosotros mismo.
¿Cómo podríamos ver a nuestro alrededor sin el miedo de sentir que nos observaban? ¿En quién podríamos confiar? ¿Había siquiera alguien de confianza para alguien como nosotros?
Me sentí otra vez cómo una presa, el depredador llevaba una gabacha blanca y una placa con su nombre inscrito en ella. Los recuerdos, o quizá, los temores que me atormentaban estaban allí frente a mi.
Traté de obviarlos, de negarlos; nuestra estabilidad económica dependía de una llamada, aunque habían otros sitios donde trabajar no había uno estuviera al nivel de Goods and Ways, la empresa de Bienes raíces más grande de Australia, se rumoreaba de que pronto tendría una sucursal en Tailandia y Japón. El prestigio y la buena paga era algo sin comparación en todo Melbourne.
Estaba tan agobiada que me había quedado en la cama mirando hacia la nada durante más de una hora, miré mi reloj, 5:50 pm, aún era temprano y necesitaba despejarme, consideré irme a la bahía, sin embargo, me sentí culpable por mi hermano, yo huiría y optendria tranquilidad pero él no tendría la misma oportunidad.
Era egoista de mi parte.
Tomé mi ropa deportiva de una maleta, amarré mi cabello en una cola y fui a la habitación de Declan.

- De, vamos a correr un rato. Creo que la expectativa me está matando, necesito un respiro- le grité a través de la puerta. No contestó.

Hice girar el llavin desde adentro y entré, Declan estaba en la cama de espalda a la puerta, con los audífonos de orejeras a todo volumen.

- "Declan"- lo llamé.

- "¿Sí?- sé quitó los audífonos y me sonrió un poco.

- Vamos a correr- Él asintió, me entendía.

Salí de su cuarto y cuándo se unió a mi en el pasillo llevaba su camisa azul favorita y unos shorts negros con las zapatillas deportivas. Sonreí.

- Hagamos una apuesta, el que llega de último, hace la cena- me retó, a sabiendas de que me haría trisas.

- Acepto, ¿tienes miedo de que tu hermanita la sedentaria gane?- me burlé de él.

- Para nada, no me ganas ni haciendo trampa- contestó altanero.

- Comienza la carrera dando vuelta a la manzana desde la esquina del edificio.

- Entendido.

Yo no era la chica más atlética, no solía hacer ejercicios fuertes como Declan, me gustaba más el Yoga mientras que él hacia Crossfit y corría a menudo. Estaba perdida. Al menos pasaríamos un buen rato.
Íbamos bajando por las escalerasn entre risas y empujones, cuándo un ruido me hizo detenerme y sacudir la cabeza, fue corto pero me sentí desorientada luego de que desapareciera, mi hermano se quedó congelado.

- Declan, ¿escuchaste eso?
- Sí, lo escuché, pero no sé que fue eso...

Nos miramos un y luego hacia nuestro alrededor, todo estaba en calma. No quisimos seguir otro minuto allí así que nos fuimos. El sonido seguía en mis oídos... Sentí una especie de adormecimiento y letargo que perduró unos segundos, los segundos más aterradores de mi vida, recordaba algo pero cuando estaba a punto de verlo con claridad, se esfumó.
Pronto lo había olvidado.
Al llegar a la esquina de la manzana tratamos de quitarnos el estrés, y cambiar la cara.

- ¿Lista para perder?- se mofó de mí.
- Siempre- le contesté.

Hicimos la salida baja, como en atletismo y salimos como una bala, Declan luego de un segundo me llevaba 5 metros de diferencia, yo traté de alcanzarlo y al no lograrlo, moví una lata que había en la acera, así que él tendría que esquivarla.

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⏰ Última actualización: May 30, 2016 ⏰

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La chica con los cabellos de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora