Creo que nunca en mi vida bajé tan rápido las escaleras, como cuando escuché a mamá gritar.
Por la forma que lo hizo sabía que no era nada bueno.
-¡MAMÁ! ¿DONDE ESTAS?- grité desesperada.
-AFUERA, VENÍ RÁPIDO
Solo deseaba que no sea algo muy malo.
Era Samy.Corrí hacia el, que estaba tirado en la vereda, junto a mi madre, un señor y su esposa. Tenía un poco de sangre y estaba casi sin moverse. Era obvio que lo habían chocado.
Entre llantos, dije -¿Que estamos viendo? ¡Tenemos que hacer algo!
Y al parecer la pareja que estaba junto a mi perro, eran los que accidentalmente lo habían chocado, así que ellos se ofrecieron a llevarlo al veterinario.
Inmediatamente traje la mantita de Samy, lo levanté cuidadosamente y subí con el a la parte de atrás del auto.
El trayecto fue eterno, parecía que habían un millón de semáforos que nunca vi y mil quinientas viejas queriendo cruzar todas las calles de la ciudad.
Al llegar al veterinario, deje a Samy en brazos del esposo y fui a hablar con la chica que estaba detrás del mostrador, que asintió a lo que le dije y se fue por una puerta que estaba a sus espaldas. Segundos mas tarde salió un señor canoso, con una bata blanca, y se llevaron a Samy.
Yo estaba conmocionada, y no podía parar de lagrimear, Samy era lo único mas cercano a un amigo que tenía, no podía perderlo.
El matrimonio intentaba calmarme, pero no funcionaba.Al tiempo de esperar, la esposa llamó por teléfono y hablaba, al parecer, con su hijo, que le contó lo sucedido y le dijo que no podían pasarlo a buscar.
Yo estaba tratando de tranquilizarme, "leyendo" las revistas de chusmerío que en todos lados ponen a disposición, pero leía sin leer, había una sola cosa en mi pensamiento. La muerte de Samy.
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Mi amiga soledad
Ficção AdolescenteStefanía, una chica de 17 años que esta pasando la peor etapa de su vida, pero todo mejorará pronto...