Diez

511 79 27
                                    

→ He aprendido que no puedo exigir el amor de nadie. Yo sólo puedo dar razones para ser querido... y tener paciencia para que la vida haga el resto.

: : Capítulo diez | ¡Me vale un huevo!

La primera vez que me enteré que tenía solo dos opciones en la vida, supe que estaba destinado a existir en algún tipo de infierno crudo que me habían impuesto con violencia. La primera opción era aceptar todos los cargos, atestiguar como culpable e ir a una prisión por mi crimen por una sentencia relativamente corta, o podía alegar mi deficiencia mental, declararme como incapacitado e ir directo a un sanatorio mental para convictos durante años.

Bueno, es bastante obvio cuál fue la solución que me dio mi madre.

Porque por supuesto, ella no tendría al único hijo que le quedaba en una pocilga llena de delincuentes que podrían hacer cualquier cosa con un chico adolescente frustrado, no porque se preocupara por mi bienestar ni nada parecido, sino más bien por lo que dirían los vecinos y sus amigas cuando se enteraran. No podría soportar la vergüenza.

Hay veces en las que me pregunto si todo esto no hubiese pasado, si ella no se hubiese casado con mi padre por mí o si no le hubiese engañado con Harry para tener luego a Zac o si Zac simplemente no hubiera muerto, cómo habría sido mi vida en estos momentos.

No tendría la tacha de loco, ni tendría que tomar medicamentos cada hora porque o sino los recuerdos vuelven y la ira me hierbe en la sangre hasta que solo tengo deseos de liberarla.

Todo sería distinto.

Y tan incorrecto a la vez, ¿no?

Porque las cosas ocurren, y ya no puedes hacer nada cuando ya estás viviendo el presente.

---

Ahora.

Miles de mariposas traidoras revolotearon como locos bichos dentro de mi estómago cuando sentí el primer roce cálido de sus labios en los míos, quemando todo a su paso y matando a sangre fría cualquier neurona indefensa que encontró desamparada. Esa sensación que no paraba de sorprenderme porque técnicamente este chico que tenía sus labios en los míos no me caía bien.

Quiero decir, él me había intimidado desde que tengo uso de razón. Y yo a él. Jamás en la vida él me tuvo estima porque, como una vez había espetado en mi cara, yo era muy sosa para él.

Pero el tren de mis pensamientos se descarriló totalmente cuando su mano sostuvo el reverso de mi cabeza y apretó con algo de fuerza mi nuca para que no separara nuestro contacto.

Reprimí un sonido involuntario cuando su lengua se adentro en mi cavidad bucal para reclamar algo, no sé qué, pero sentí que este beso estaba siendo un acto llanamente furioso de marcar territorio.

Mis dedos se curvaron en su camiseta cuando acerqué mi cuerpo al suyo para hacer más profundo la intimidad de nuestras bocas. Dulce bebé Jesús, si hay algo más bueno que besar a Luke Harris en el mundo, merecía como mínimo un viaje directo al nirvana.

Él gruñó algo encima de mi piel pero no me importó estaba más interesada en mantener el roce e nuestros labios y el exquisito sabor que pude sentir con la punta de mi lengua.

Mmm, café. El sabor favorito de mi paladar en las mañanas.

Estuve barajando la idea de besar a Luke cada vez que quisiera probar mi sabor favorito otra vez.

- Sammy - espetó cuando giró su cara hacia la derecha, rompiendo nuestro contacto de manera sorpresiva.

Casi gemí de frustración.

Luke's ReturnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora